La democratización de la hamburguesa

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Crónica de una neo treintañera

septiembre 29, 2017

Eran las 12 de la noche y mi vida cambiaba. Por lo menos, la edad. ¡Ya llegaban los 30! Hasta el momento me había sentido cómoda en la veintena. Esa que me regaló tantos momentos con sabor a onda juvenil, responsabilidad a medias, banda sonora de rock y mucho festejo de por medio. Esa noche, decidí hacerme la foto con el último trago de mis veintitodos. Tatuarme una vez más – en la mente – esa frase que marcó mis costillas a los 25: You only live once. Y comenzar una nueva década con el lema de fluir y sentir más. Preocuparme menos y darle menos importancia a las cosas. Me hicieron la primera llamada de felicitación. Un buen amigo me dijo: “para cantar el cumpleaños, lo mejor es ser el primero o el último y si lo celebras que yo sea con el único que lo haces”. Nunca fue el único pero con él, siempre fue más especial.


En el bar donde estaba sonaba Guerra Mundial de Leiva. «Moviendo el avispero, me siento tan estúpido, acariciando el fuego, evitando reaccionar». Por un momento, no me apetecía ser treintañera. Había coleccionado tantos momentos compartidos y solitarios que no quería cerrar una gran etapa vivida, llena de años de experimentación y adaptación al medio social.
Me encontraba con una de mis mejores amigas. Estudiamos en el mismo colegio y Universidad. Ella, que me conoce y sabe encarecidamente lo nostálgica que soy con el paso del tiempo, me hizo reflexionar sobre las etapas de la vida. Habrán preguntas existenciales, preguntas banales, preguntas sin sentido y preguntas inteligentes que pasaran por nuestra cabeza. A unas les encontraremos respuesta, sin embargo, otras nunca la tendrán. A cambio nos beberemos un Bloody Mary y cantaremos Stand by me de Oasis. Recordando esos bonitos años en la facultad.

 

Brindamos y me acosté con una gran sonrisa, algo había cambiado. Me costó dormirme ya que las preguntas existenciales del cambio de edad inundaban mi mente y necesitaba una respuesta. Pensé que nuestra sociedad, esa que nos han vendido como moderna y avanzada, se interrumpe con suspiros de creencias impuestas que guardamos a fuego en nuestra mente. Nos grita a través de muchos canales. Y esos mensajes calan hondo en nuestra conducta haciéndonos más infelices y frustrados.

Pensar que con 30 hay que estar casada o, por lo menos, tener pareja estable. Poseer un plan de pensiones o los ahorros suficientes para comprarte una casa. Tener un hijo porque si no se te pasa el arroz. Yo soy de arroz integral y ¿tú? Tener el trabajo de tus sueños – en Instagram, todos, parecen tenerlo -. Ser interesante, guapa, inteligente, metro ochenta y no comer hidratos de carbono. – Dicen que, a partir de los 30, todo lo que comes se queda en las cartucheras – . Tu familia se hace mayor y ahora te toca apechugar a ti, ¿estás preparado? Una noche de desfase ya no te sienta como antes, la penitencia es multiplicada por mil. ¡Benditos treinta!

Cuando me desperté al día siguiente, oficialmente, era mi cumple. Me dieron la bienvenida en la treintena. ¡Wow, que subidón! Durante el día, gran cantidad de amig@s se acordaron de mí y me dieron la mejor de las respuestas. Nunca habrá respuesta para tantas preguntas. Lo que hay son grandes momentos y grandes elecciones. Y eso, es lo que me ha hecho llegar hasta aquí. Y honestamente, no se está ni que tan mal. Esa noche cené en un restaurante italiano que tiene nombre de Rey de Roma. Mi postre fueron varios gintonics. Me apetecía experimentar la penitencia del día siguiente con mis treinta recién cumplidos.

2 comentarios · Categorías: Personal Tags: democratizacion de la hamburguesa, emociones, psicologia, vivir el presente

¿A qué te supo el verano?

agosto 28, 2017

Aún me parece que fue ayer cuando comenzó el verano. En mi cabeza sonaba el hit de Sonia y Selena, de inicios del 2000: “Cuando llega el calor, los chicos se enamoran, es la brisa y el sol, acércate ven mi deseo, te confesaré”. Que serán de todos aquellos Hits de verano que murieron en la estantería de CDs o cintas de cassetes. Pero, dónde quedaron esos bailes y coreografías que tanto tiempo dedicamos a ellas y murieron en nuestra memoria adolescente.

Si echo la vista atrás, hay un verano pasado que aún me sabe a “Sabor de amor, todo me sabe a ti. Besarte es como comer palomitas de maíz”. A chiringuito a pie de playa con cervezas heladas y gambas a la plancha dándonos besos mientras nos comían los mosquitos. Pero, también, me sabe a mojitos con fresas mirando al camarero guapetón en busca de un guiño de ojos. Ese último intento de aplazar el verano un día porque, ese día valía oro, y: “como no sabíamos que era imposible, lo hicimos”. Mi vida no cambió, pero si cambió mi forma de ver la vida en ese instante tan eterno. Aún me sabe a ese atardecer, sentada en tus rodillas pidiéndome que te diera el último beso. Fue el último que nos dimos porque los besos no se piden, se roban. Y puestos a recordar, me quedo con esa cena de amigas comiendo sin parar, bebiendo sin control y acicalándonos para la noche que salimos como si no hubiese un mañana o como si nos lo fuesen a prohibir. Y también, momentos en familia. Arreglando tu mundo con alguna copa de vino de más, en la que recibes abrazos que te llenan el alma y consejos que nunca pones en práctica.

Si, los veranos son recuerdos. Y para mí todos son buenos. Porque siempre que llegan me hacen pensar como llegue hasta aquí. Nos enamoramos poco y jugamos demasiado. Pienso que el verano es para calzarse las albercas y disfrutar del mar, de la montaña o de la ciudad, sin contárselo a nadie. Bailar, cantar y reír, si reír a carcajadas. Y pensar que, cada noche, es “Mi gran noche” viviéndola con la misma motivación que Raphael.

Este verano anduve 120 kilómetros para retarme y conocerme más a mi misma y me ha gustado la sensación recibida. He viajado a una isla para reírme sin parar con una panda de amigas llenas de vida. Y he descansado en el norte, al son del buen comer y el cariño de la familia. Este verano me supo maravilloso. Ya se acabaron las vacaciones. Ahora toca deshacer las maletas y empezar el curso con muchas fuerzas. Toca dejar en la estantería la música escuchada y poner en práctica la coreografía aprendida.

Con cariño, M.

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Antes de que termine

diciembre 30, 2014

Antes de que termine, quiero agradecerle los buenos momentos vividos y los malos también, porque gracias a ellos valoré más los primeros. Esto es como cuando llega el final de una relación, el último adiós en un puesto de trabajo o ese último trago en la barra de algún bar. Cerrar un año, es cerrar el libro dónde has escrito, durante 365 días, múltiples capítulos cargados de historias. 
Espero que lo hayas escrito bien. Eso que dicen que aprovechemos el presente, que vivamos el AHORA, es totalmente cierto. Terminas un año y, querido amigo, no puedes volver más a él. Por eso, de cara al nuevo año que está a punto de empezar, te recomiendo que dejes de vivir pensando en el pasado: en todo aquello que pudo haber sido y no fue… porque mientras pensabas eso, te estabas perdiendo todo lo que podías hacer en el presente.
Pero, hay un día al año que si puedes mirar atrás y hacer balance. Analizar si has sido lo suficiente disfrutón y has vivido los 365 días anteriores dedicándolos a ser mejor humano en su versión 360º. Si has aprendido nuevos conocimientos, si has hecho feliz a personas, si has divisado nuevos parajes, si has bailado y cantado, si has contribuido a que este mundo sea más mundo y no un inframundo,… es decir, si has hecho algo nuevo que te haga sentirte orgulloso de tu 2014.
Lo más seguro es que este año no haya sido el mejor año de los que te esperan, pero, coge fuerzas porque el 2015 viene cargado de lo que tú más quieres. 
Para ello:
– No te dejes llevar por tanta desinformación en las redes sociales y medios de comunicación. Vive tu propia vida, sin que te importe quién y cómo la juzgan.
– Aprende un nuevo hobbie: pintar al pastel, hacer orfebrería, jugar al cricket, hacer canotaje, coleccionar sellos o bailar flamenco.
– Haz deporte: Sí, en todas sus versiones. Andar, correr, saltar, patinar, esquiar, hacer yoga, pilates… como me dice mi amiga Bea: ¡todo suma!
– Escápate de Madrid, siempre que puedas. Aunque sea para comer un cochinillo a Segovia.
– Contempla bonitos parajes y respira aire fresco.
– Aliméntate de arte. De todo tipo, clásico o contemporáneo, que te llegue y descubras lo grande que puede hacerte como humano: Leer poesía romántica, observar un cuadro de pintura impresionista, escuchar música, disfrutar de la danza y el teatro, ver la evolución de la arquitectura y la escultura como parte de la historia. Y no te olvides del séptimo arte: el cine. Ve películas en el cine. El arte se debe pagar, por eso, es arte.
– Llama a tus amigos aunque sea para contarles un chiste. No pierdas el contacto si son gente buena con la que te encuentras bien.
– Queda con ellos. Haz planes diferentes, que te llenen, que te hagan ser mejor y más productivo. No más alineado y mimetizado.
– Sé mejor profesional. Esmérate en tu trabajo, sea el que sea, temporal o indefinido, sirviendo pizzas o siendo director de un banco…Échale buena actitud.
– Ayuda a tu familia, sois la unidad mínima de humanos que te han dado la vida y te han enseñado a vivir en esta vida. Se lo debes todo.
– Sé mejor humano. No maltratando la vida de otros, viviendo y contribuyendo a que la vida de los demás sea mejor. 
– Vive de manera sana. Como dice el dicho: «Mens sana in corpore sano». Consume buenos alimentos y buenos pensamientos aunque el siglo XXI no te deje.
– Trata mejor a la naturaleza, somos parte de ella, y a los animales, que el 2015 sea un año en el que la conciencia animal sea un lema y llegue el fin del maltrato.
– Piensa positivo. Aunque no haya una perspectiva de futuro para los jóvenes y el panorama no esté de lo más apetecible, siempre hay que mirar el vaso medio lleno.
La vida se vive una vez, así que no pierdas el tiempo en hacer lo que deseas, mañana. Hazlo hoy. Tienes un día para hacer el balance de tu año, con sus 365 días y sus 8760 horas. ¿lo aprovechaste bien?
Sea cual sea la respuesta, empieza un año que, espero que sea el mejor de muchos. Contiene mis números favoritos: el 5 y el 15 en si mismo. Es un año impar y un año que también empiezo con edad impar…este año promete. 
Gracias a todos los que construís mi mundo. ¡Sois la leche!
¡Feliz 2015!
Con amor, Micaela

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