La democratización de la hamburguesa

Un blog muy personal cargado de vivencias y experiencias cargadas de gastronomía, cultura, viajes, moda y lifestyle.

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Tu culpa, la mía o, simplemente, la edad

julio 26, 2018

Esta mañana, me ha llamado una gran amiga para contarme una decisión que acababa de tomar. A pesar de su seguridad innata y fortaleza ante las disyuntivas, necesitaba ese empujón para llegar al punto raíz, donde ella es feliz. Como le he dicho: si haces las cosas como a ti te gustan y tu quieres, siempre contentarás a los demás y, lo mejor, contentarás a tí misma. Porque irradiarás seguridad y felicidad. Cierto que, ahí, nacen las culpas. Hacer lo que a uno le gusta conlleva insatisfacciones a terceros.

Buscamos culpables para hacernos víctimas de la situaciones que se nos escapan de las manos. Cuando lo realista sería ser aceptar nuestras decisiones y actos con determinación y coraje. Porque es nuestra vida ¿no? Vivimos la vida sintiéndonos juzgados por lo demás. ¿tanto te importa lo que piense tu vecino, tu amigo o tu novio de ti? Me viene a la cabeza una de mis citas favoritas de John Locke que dice: «Soy yo el único juez dentro de mi propia conciencia, porque soy yo quien habrá de responder en el gran día al Juez Supremo de todos los hombres». La verdad es que no puedo estar más de acuerdo.

Se juzga que una persona conservadora esté a favor de la homosexualidad. Y que un votante de izquierdas sea taurino.  Todo debe ser negro o blanco cuando, en realidad, hay muchos colores intermedios. Una vez, un chico me dijo que no me pillaba. Que no comprendía mis gustos, unidos a mi personalidad y mi forma de vida. Yo le contesté que era ecléctica, que vivía la vida como un aprendizaje constante y la persona que yo era, se fundamentaba en experimentación y en ser la persona que YO quería ser. Y teniendo una base súper sólida, fluía ante las circunstancias de la vida como si fuese una sirena, ¡no olvidemos que soy Virgo!

Un perfil indómito es fácilmente juzgable por las masas. Pero, bastante querido por las minorías. Porque no entra en el canon de un estereotipo clásico. Y eso confunde al personal. Les hace sentir inseguros porque sienten que, tan solo, conversar con esa persona es un ejercicio de alto riesgo. Y cuando observan que no pueden pillarlo, ni entenderlo; lo juzgan. Y lo que no se dan cuenta es que el legado de Locke está muy marcado en su conciencia y es difícil sentir culpa por ser así: diferente y original.

Y todo esto viene porque, ayer, me volví a ver, por vigésima cuarta vez, un capítulo de Sexo en Nueva York, donde Carrie Bradshaw y Mr. Big, se culpan el uno al otro por la actitud que muestran en la relación. Este capítulo me trae nostalgia como los chicles Bubbaloo. No es mi culpa que me gusten, tampoco es la tuya que te disgusten. Tal vez el elixir para  ser feliz, sea «ir a nuestra bola», tal cual, sin aditivos. Y eso, no significa pasar de los demás e ir pisándolos como si fueses el Príncipe de Maquiavelo, sino ser autónomo en el zoo de la vida. Y vivir sin mochilas de carga, ni arrepentimientos.

La culpa puede que la tenga la edad. Ya que la edad, te quita culpa. Lo más interesante es vivir sin pensar en qué pensarán los demás.

 

Love, Micky.

 

 

Deja un comentario · Categorías: Personal Tags: culpa, libertad, vida

Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección

octubre 11, 2013

Hace poco más de un año escribí una ofrenda para la boda de unos
buenos amigos. En ella, narré la más bonita de las experiencias y la encargada
de hacer que la vida se acerque más a la perfección, la experiencia del amor. Les
regalé un consejo que, nunca dejará de parecerme la clave del éxito, “Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar
juntos en la misma dirección”.
A día de hoy, ellos son dos grandes enamorados que miran juntos en la
misma dirección, un aplauso por vosotros.
La verdad es que el amor es el mejor compuesto vitamínico para vivir.
Cuando estás enamorado todo fluye, todo parece que se mueve en la dirección
correcta, tus ojos brillan y no sabes porqué, eres amable por doquier y la vida
te parece infinita. Dicen que los enamorados son enfermos incurables y que la
única cura es el fin del amor, ¡¡qué viva la enfermedad!! También dicen que
estar enamorado es síntoma de fragilidad, que te sientes tan unido a  la otra persona que ya no piensas en
uno, sino en dos. Pero esto sólo pasa cuando la otra persona es única. Única
para ti.
Cuando el amor nace entre dos
amantes,  un séquito de mariposas
se asientan en tu estómago, tu mirada se queda anclada en el vacío y tus ojos
son sonrisas infinitas, la imaginación hace reales los sueños, cualquier locura
a su lado es posible, todo suena a “contigo si”, tu mente está ocupada por la
otra persona y tus besos sólo tienen un único destinatario. Es, sin duda alguna,
la más bonita de las experiencias y la encargada de hacer que la vida se
acerque más a la perfección.
Pero el enamoramiento evoluciona
y cambia. Debemos aprender a canalizar nuestras emociones. A no vendar nuestros
ojos ante la tempestad. A no culpar al otro por la insatisfacción personal. A no
invadir el límite de la libertad de la otra persona. Saber que el amor no es
poseerse el uno al otro, es compartir. A que la sumisión no es clave del éxito
sino el acuse y derribo del amor. Que los defectos son señales de la
experiencia de la vida, que al principio te enamoraron. A veces, llegamos a
pedir todo. Explicaciones y exclusividad. Yo para ti y tú para mí. Hasta que un
día, por última vez, entran en nuestro corazón, usurpan los últimos recuerdos y
se marchan sin preaviso. Los seres humanos, llegamos a perder nuestra capacidad
de amar.
Ya
no te quiero. No te necesito. No me haces falta. Siento que ya no es lo mismo.
Debo de encontrarme. La mecha se está apagando. Ya no estamos mirando en la
misma dirección.
Y llegado el final de una
relación, hay que ser fuertes y honestos con nosotros mismos. Es muy difícil
derrotar un castillo de ilusiones construido a base de sueños, trabajo y
empeño. Pero el catastrofismo sólo lleva a la destrucción y la vida está para
construir de lo aprendido. Y el tiempo libera, da energía, te posiciona y te ayuda a saber quien
eres, qué quieres construir y con quien. Y ante todo, que el tiempo es la única
medicina que mitiga el desamor.
Hay amores que matan, amores que
te hacen soñar despierto, amores que te hacen  guardar tu vida en una maleta, amores desconsolados, amores
protectores, amores pasionales, amores platónicos, amores a primera vista,
amores que nunca empiezan, amores que terminan antes de lo esperado…
La suerte es enamorar y que te
enamoren por siempre, caminar de la mano, mirando en la misma dirección. Pero
primero, enamórate de ti mismo, porque así, lo demás vendrá solo.

Hoy es viernes. Amad a vuestras parejas.
Y los que no las tengan, dejaos querer, reíros y bailar. 
La vida es un rato.

2 comentarios · Categorías: Personal Tags: amor, democratizacion de la hamburguesa, enamoramiento, sentimientos, vida

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