Desde hace mucho tiempo dejé de creer en esa premisa. Y no fue porque, el bellísimo texto de John Lennon la tumbara, sino, porque, a base de vivir experiencias y compartir momentos íntimos y estrechos con la vida, me di cuenta de que, en el mundo, hay naranjas enteras, medias naranjas, pulpa de naranja y zumo de naranja derramado por el suelo.

El origen de la expresión «media naranja» se remite a Platón. En su obra, El Banquete, relata un diálogo, acerca del amor, entre Apolodoro, Albíades, Aristodemo, Aristófanes, Erixímaco y Sócrates en casa de Agatón. Éste explicaba que, al principio, la raza humana era casi perfecta y existían 3 clases de seres humanos:
- El primero, compuesto por un hombre y otro hombre, descendiente del Sol.
- El segundo, compuesto por una mujer y otra mujer, descendiente de la Tierra.
- El tercero, compuesto por un hombre y una mujer, llamado andrógino, descendiente de la Luna.
La obra cuenta que los cuerpos humanos eran robustos, vigorosos y de corazón animoso. Por ello, concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses. Tal osadía provocó la ira de Zeus y decidió volver a someter al ser humano reduciendo su fuerza. Para ello, lo hizo dividiendo a los humanos en dos mediante un rayo. De esta forma, hizo a los seres incompletos. Cada mitad empezó a buscar irremediablemente para encontrar la otra mitad de la que había sido dividida. Cuando ambas mitades se encontraban, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra.
Este es el origen de la expresión más manida en lo que a relaciones amorosas se refiere. Detrás de ella, no hay mucho romanticismo, sino una búsqueda desesperada de completarse que roza la disposición a morir de voluntad por el simple hecho de verse completo por la otra mitad.
Pero, ahora bien, ¿cuántas veces no habéis manifestado o sentido haber conocido a vuestra media naranja para que os complete?
Todos hemos sido víctimas del síndrome de la media naranja, aceptándolo como un verdadero axioma. Una vez, eliminado el romanticismo por Zeus, ¿no crees que tú, por ti mismo, ya eres esa bonita naranja? Y puesto que nacemos enteros, hagamos el encuentro por el amor y no por necesidad.
M.

