La democratización de la hamburguesa

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Pablo y su gran coleta

junio 17, 2016

Pablo Manuel Iglesias Turrión, descendiente de un árbol genealógico arraigado a la izquierda, perteneció a la Unión de Juventudes Comunistas de España desde su adolescencia. Estudiante de Derecho y de Ciencias Políticas por vocación, siempre supo que la política estaba en su ADN y que Leyes como la Memoria Histórica serían su insaciable lucha contra los del bando nacional que tanto daño, según él, hicieron a su familia.
La desobediencia civil, una forma de lucha.
La vivienda, un derecho.
Y el cambio, una necesidad.
Es burdo y despiadado pero con una dialéctica proletaria brillante. Tiene el cuerpo raído y achicado para que sus palabras sean lo que calen, no su presencia, ni mucho menos su coleta.
Se iría de cacería pero no de pichones, sino de fachas. Esos que según Pablo, le quitaron todo a los que él defiende como
el pueblo llano que soporta toda la carga fiscal de España. Es desvergonzado porque es un Robin Hood de carne y hueso, que defiende “robar a los ricos para dárselo a los pobres”.
No tiene un pelo de tonto en esa coleta que porta; es listo, inteligente y un comunicador político nato. Creador del movimiento más insurgente que ha hecho cambiar el rumbo de la política en España. En esa legislatura en que un hombre con cejas angulosas hacía que gobernaba, insurgió el 15M y ahí se preparó, cocinó y distribuyó lo que, a día de hoy, es Podemos.
Justifica que la banda terrorista ETA tiene motivos políticos suficientes para haber matado a tanta gente.
En palabras del mismo Pablo: “ETA causó un enorme dolor pero tiene explicaciones políticas” .Es maquiavélico, no importan las formas, sino el fin.
Opositor
de las grandes multinacionales, aboga por un plan de austeridad en el que los ciudadanos nos sustentemos de los bienes que nosotros mismos producimos. Adiós inversión. Adiós producción. Adiós progreso económico.
¿De dónde va a sacar el dinero para pagar las “paguitas” que ha prometido?
Defiende
que los medios de comunicación tienen que ser públicos y controlados por el gobierno central, porque así se garantiza su llamada “libertad de expresión”.
Pero,
no olvidemos que Pablo es un férreo defensor del sistema venezolano. Le encantaría ser venezolano pero, no de la calle, sino de la casta. Compañero de camaradería de Chávez y Maduro. Le gusta la expropiación, la alineación
social, la cartilla de racionamiento, la censura… le encanta el populismo. Tan amigos, que Maduro ha financiado su campaña, al igual que el islamismo de Irán.
Su política se basa en decir incoherencias disfrazadas de humildad. Hay algo que es irrefutable: habla para el pueblo. Y en España, país en que la envidia es el deporte nacional, defender los derechos del estrato llano y tirar por tierra al alto, es una buena forma de hacer política. Y más si garantizas todo  sin dar  un palo al agua.
Desmontar a Pablo Iglesias es tan fácil como escucharle en todas sus apariciones públicas: comunismo incoherente hacia un abismo inminente.
Papá, muchas gracias por esta caricatura que ilustra a Pablo Iglesias.

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Estábamos sentados en el Korova Milk Bar…

agosto 31, 2013

Hace más de 40 años, exactamente el 20 de diciembre de 1971, se estrenó
una de mis películas preferidas, por no decir, mi preferida. Una película
transgresora, rompedora, arriesgada y completamente distinta a lo representado
hasta el momento. Muchas generaciones han pasado y se considera un film de
culto y estudio a nivel cinematográfico, sociológico, propagandístico y cultural.
Estoy hablando de LA NARANJA MECÁNICA.

Tan anecdótico como que Stanley Kubrick
(el director) quería hacer un filme sobre Napoleón Bonaparte, pero la industria
cinematográfica no apoyó el proyecto por la gran cuantía monetaria que
supondría. Comenzó a pensar en proyectos más viables y encontró la respuesta en
su biblioteca: la novela de Anthony Burguess “La naranja mecánica”, una
historia basada en un hecho real que llamó la atención del director y decidió
llevarla a cabo. El rodaje fue minucioso y constante, un gran proyecto de una
película que aun siendo financiada por la Warner, se desconocía cual sería la
crítica del público de la época. Su estreno supuso un escándalo para la mentes
“bienpensantes” del momento, ya que redujeron el contenido a violencia y sexo.
La censura de la cinta hizo que hasta noviembre de 1975, no llegase a España. A
día de hoy, se sigue considerando el retrato de jóvenes violentos acusados por
la droga.

Pero el abanico de temas de La Naranja Mecánica es generacional, por
ello, ha recibido aplausos, insultos y aberraciones. Lo que es de homenaje a la
película es que pasados 40 años, tenga la capacidad de sorprender, golpear,
comunicar, hacernos reflexionar y siga tan viva como en su estreno. Entrando en
los contenidos que me hipnotizan por ser un reflejo de la sociedad, empiezo por
ajustar que no es una película de violencia, sino una reflexión sobre la
violencia, como dijo Kubrick: “lo que sucede es que el público no entiende mis
películas”, y si la gente no entiende algo lo tergiversa y cambia su autentico
sentido. La política tiene un papel protagonista, una férrea crítica al
nacionalsocialismo alemán y la corrupción de unos políticos que controlan la opinión
publica a través de los medios de comunicación. Estos al mismo tiempo, son el
espejo de una sociedad cambiante que no evoluciona debido a la juventud sin
identificar que ahogan su vacío psicológico en las drogas y en los efectos de
ellas, la violencia. La carga musical que se ve arraigada a las temáticas
anteriores (Ludwig van Beethoven) y la cultura de los 70 que está empapada en
los ambiguos interiores y los tétricos exteriores.
La Naranja Mecánica muestra como la sociedad cambiante se convierte en
una sociedad de masas sin conocimiento, en la que existe una supremacía de los
medios de comunicación y los políticos. En la figura del protagonista
Alex, encontramos la figura del agresor/agredido. La desestructuración familiar
y la no integración en la sociedad provoca un perfil de agresor. El
protagonista pasa por el tratamiento Ludovico (condicionamiento clásico) que
consiste en parear un estímulo incondicionado (medicación que provoca malestar)
con un estímulo condicionado (imágenes sexuales y de ultraviolencia) con el
propósito de que a través de la repetición de dicho pareo, el individuo termine
respondiendo a las imágenes de la misma forma en la que responde a la medicación.
Finalmente, la presentación del estímulo condicionado, las imágenes, provoca la
respuesta condicionada de malestar físico, y por consiguiente, su posible
curación. Después pasa a ser el agredido, ya que los políticos y los
medios le han hecho cambiar en pos de que la opinión pública esté contenta. El
protagonista es el mismo al inicio y fin del tratamiento, lo único que cambia
es la visión de la sociedad hacia él. Esto sucede en
la cinta. 

Anecdótico es que en la novela original de Anthony Burguess, el
capítulo 21 (suprimido de la edición estadounidense y la película), el
protagonista crece unos años y la violencia acaba por aburrirle y reconoce que
es mejor emplear la energía humana en la creación y no en la destrucción. El
«pero» de la película es ese final prematuro a causa de la falta del
último capítulo. En las ediciones europeas si existe y la audiencia sintió
insuficiente el final de Alex condicionado y luego descondicionado que
contempla con júbilo la recuperación de una voluntad libre y violenta.
«Sí, yo ya estoy curado».
Malcom McDowell

Una obra maestra del cine que, gracias a su fetichismo de luces y
sombras, decorados, colores, ambigüedad de los personajes, el fantástico
protagonista Malcom McDowell, seduce, evade y exalta al espectador.
¡¡Feliz fin de semana a todos!! 

«Todo esto lo digo en serio, oh hermanos míos, pero lo que hago, lo hago porque me gusta.»

1 comentario · Categorías: Cultura Tags: anthony burguess, democratizacion de la hamburguesa, drogas, jovenes, la naranja mecanica, medios de comunicacion, politica, stanley kubrick

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