La democratización de la hamburguesa

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Este es mi bus

septiembre 17, 2014

 Una mañana de la semana pasada, iba en el autobús con mis cosas. Escuchaba una bonita canción de Hans Zimmer, revisaba las social apps y, volvía a rechazar por milésima y una vez, una invitación al Candy crash. Cuando de repente, una pareja de rubios me hizo fijar mi vista en ellos. No eran dos modelos de Calvin Klein. Era una pareja de novios heterosexuales, que no paraban de darse besos matutinos, caricias y miradas de pura complicidad.
Ella tenía pinta de ser mayor
que él, pero el amor no entiende de edad, nacionalidad ni status social. Se
iban riendo y se susurraban al oído. De repente, la parada de ella llegó y con
un bonito beso se despidieron.
“Adiós
mi amor, que tengas un bonito día»
Ella, al bajarse, y pasar por
la ventana del bus donde su Romeo estaba sentado, le sacó la lengua y le guiñó
un ojo. Cuando el autobús comenzó a andar, él sacó el móvil de su pantalón y
sonrió enternecidamente.
El amor es como un autobús.
En la vida elegimos un compañero de viaje. Que nos ayude a comprender mejor la vida, que nos haga reír en cada parada, que nos levanté del suelo
si hay una avería, que nos dé azúcar transformada en todo tipo de afectos, que
nos haga querer ir más rápido y
otras más lento, ¡que nos equilibre!, que nos haga soñar despiertos, que nos apoye, que aporte luz a la oscuridad y que quite la luz cuando sea necesario.
En resumidas cuentas, que sea
tu compañero, tu amigo, tu amante, tu cómplice,  tu dealer de amor, tu ladrón de
besos, tu altavoz de pensamientos, tu yo sin ser tú. Que sea tu naranja entera.
En muchas ocasiones, el ser
humanó elige mal el bus y su compañero… Y por desgracia, toca bajarse antes
de tiempo, mutilado y sin ganas de probar otra línea del mapa.
Puedes subir en la primera
parada y no sentir ni la más mínima admiración por tu compañero y seguir montado por la simple inercia del movimiento del ómnibus. 
O puede, que desde el mismo momento en que pones pie en ese autobús, tiques el billete y
digas: “Este es mi bus y él es mi elegido”
Por suerte, esto sucede una
vez en la vida. Puedes ticar muchas veces y pasar un buen momento y muchas
otras sufras  los desatinos de la mala elección.

Pero, es única la vez que
sientes que has elegido bien. Y cuando eso pasa es maravilloso. Como las caricias y besos de los rubios del autobús que, por cierto, esta mañana les volví a encontrar y no tengo dudas de que estaban el bus elegido.

Porque no te quiero. Te amo.

Deja un comentario · Categorías: Personal Tags: amor, bus, democratizacion de la hamburguesa, pareja, relaciones

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