La democratización de la hamburguesa

Un blog muy personal cargado de vivencias y experiencias cargadas de gastronomía, cultura, viajes, moda y lifestyle.

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Not Bad Bunny

mayo 12, 2025

Si escuchas a Bad Bunny todos los días, probablemente este texto no es para ti. Si estuviste en la preventa y te quedaste sin entrada, entiendo tu decepción. Si la conseguiste y ya marcaste su concierto como el gran acontecimiento musical de 2026, no me odies: lo que vas a leer no va a gustarte.

Vivimos tiempos en los que consumimos sin lógica. Hay rapidez, hay compulsividad, hay urgencia. El lema es no quedarse fuera. Todo es inmediato, superficial y desechable. La música, siempre ha sido un poderoso espejo de la sociedad, tanto a nivel cultural como social. Ha representado un espacio de búsqueda personal, una expresión colectiva, un medio de resistencia y protesta, una manifestación cultural y un sentimiento de pertenencia. El empobrecimiento musical de los últimos tiempos desemboca en: “No importa el qué escuchamos, sino que lo escuche todo el mundo”. Esto puede reflejarse en cualquier acontecimiento social: No vamos porque queramos o nos guste, sino porque van los demás. Y la maquinaria borreguil es tan potente que te obliga a estar dentro del rebaño, ya que salir implica rebeldía y coraje y, por supuesto, rechazo social. Y porque no decir que conciencia crítica y cultural.

Bad Bunny, gracias a su estructura comercial perfectamente engrasada, se ha convertido en el icono más visible de esta tendencia: No hace falta haber escuchado a Bad Bunny para entender por qué llena estadios en minutos. Lo que vende no es música, sino una experiencia colectiva altamente codificada. Una entrada de un concierto suyo no se compra con las emociones y menos con los oídos, sino con el FOMO, el miedo a no estar presente donde todos estarán. No es un evento musical, sino un acto de validación social en si mismo. Su éxito, lejos de ser casual, refleja a la perfección el vacío líquido del que hablaba Zygmunt Bauman: “Una sociedad en la que las decisiones culturales no se sostienen en la reflexión, sino en el reflejo”

En este marco, la música se convierte en un excusa -un medio-, no un eje -fin en si mismo-. Y ahí es donde mi crítica no apunta a Bad Bunny sino al sistema que convierte a un cantante en un fenómeno de masas que lo empaqueta como una experiencia vendible sin dejar a la audiencia que se plantee si canta bien o mal, tiene talento o que le hace sentir como cuarto arte.

El problema es que ya es tarde, el algoritmo elige por nosotros. Me cuesta creer que los millones de personas que estaban en las filas virtuales se hayan escuchado un album completo. Como en muchas otras materias, esto es un reflejo de una sociedad que tiene una baja tolerancia a la reflexión y alto impulso colectivo. Y esto va más allá de su música, es la pertenencia a una realidad social construida.

Pero no quiero quitar la ilusión para dentro de un año. “DeBÉis TiRAR MáS FOToS” para que los que no llegaron a la validación de esa larga cola de adeptos, se sientan partícipes del “PeaZO dE KoNCieRTo” que viviréis.

Para todos los demás, larga vida a la música que no es efímera.

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48h en Bilbao

noviembre 23, 2017

Todo empezó una mañana de septiembre, sacando unas entradas de cine. Un robapáginas saltó a fuego en todas las páginas del proceso de compra. Era el Festival Bime. No me había propuesto ir porque el cartel no me llamaba nada la atención. Pero, la curiosidad es mi punto débil y caí en el click. Mis ojos salieron de las órbitas cuando vi el nuevo invitado: el sábado 28, Franz Ferdinand completaba el cartel. Me había quedado con una buenísima resaca al verlos en el Dcode y tenía ganas de más. Pensé, ¿puede haber mejor plan que irse a Bilbao de finde para ver dos horas a Alex Kapranos revolucionando a las masas festivaleras? Para mí era el plan. Me llevó muy poco convencer a mis rockmates. Aderecé con que Bilbao está cerca, yo ponía el coche y que íbamos a ir al Guggenheim a ver una exposición de Bill Viola. ¡Mis amigas estaban dentro!

Viernes, a una hora prudente de la tarde -aún no se había cambiado la hora- cargamos el coche, pusimos rock para aderezar el viaje y dirección Burgos. Hace unos años, un buen amigo, tuvo la maravillosa/fatídica idea de recomendarme LA VIÑA DEL ENSANCHE. Ir a Bilbao sin pisar esa santa casa de producto Joselito es un grave pecado. Pero, una vez que lo pruebas, no puedes vivir sin esa dosis de Joselinis anual que despierta a la endorfina más muerta que tengas en el cerebro inferior. Llegamos a Bilbao, dejamos las maletas y nos fuimos de zuritos y a disfrutar de la VIÑA. Después llegaron las copas, los babosos, el reggaetón y más acontecimientos que no tienen ningún interés para el conocimiento colectivo.

A la mañana siguiente, café y bocadillo de jamón ibérico, y en marcha. Pasear Bilbao con su bruma, su fresquito, su luz intensa sin sol, la hace única. Una generosa vuelta por las zonas de interés, alguna compra, fotos y al lio. Más pinchos y zuritos en el Casco Viejo y parada obligatoria en el BAR BILBAO en la Plaza Nueva. La tarde noche sería intensa, por lo tanto, un café y una mini siesta con muchas risas fue el break necesario para llegar al BEC – Bilbao Exhibition Center – con ganas de disfrutar. Al llegar a las taquillas, una nota de atención nos genera el cachondeo del momento. [Importante: Durante el concierto de Prodigy se hará uso de láser y luces estroboscópicas]

¡Qué narices son las luces estroboscópicas! Buah, da igual. No vamos a ver a Prodigy.

Recarga de pulseras. Heineken sin medida y muy buen rollo. BNQT – grupo formado por los cantantes de Franz Ferdinand, Band of Horses, Midlake, Travis y Grandaddy – sonaron y me molaron mucho. Volver a escuchar “Why Does It Always Rain On Me” en directo, me llevó a muchos años atrás cuando era una apasionada de Travis. El siguiente asalto llegó con Franz Ferdinand. Reconozco que amo los conciertos y cuando el grupo es mi favorito es un estado de Nirvana absoluto.  Alex Kapranos estuvo a la altura, aunque fue un tanto más suave que en otros conciertos. En conjunto, brillaron con esa energía camaleónica que les caracteriza. Una vez terminado, la idea era cambiar de escenario y darle una oportunidad a unos de los muchos Dj´s que ofrecía el festival.

Ahí llegó el momento: nadie sabe dónde está nadie. Al móvil, en la cola del baño, a por un hot dog, reencuentro con otros amigos. Y, en ese momento inesperado, me encuentro a la recepcionista de nuestro hotel. Ella vino a ver a Prodigy. La música no permitía hablar, ni mirar a tu alrededor. Todo un conjunto de almas adoctrinadas al ritmo electrónico punk se danzaban adorando a su idolatrado grupo. Somos conscientes. Estamos en el concierto de Prodigy. ¡Al carajo las luces estroboscópicas! Nos reímos, bailamos y cambiamos de pista con nuestros amigos. Más luces de neón y música electrónica. Llegó la hora de volver y eso que el cambio de hora, nos regaló sesenta minutos más. Saliendo del BEC (Barakaldo) agradeces estar en Bilbao y que el metro esté abierto toda la noche. Cuando llegamos a nuestra parada, con más hambre que el perro de un Lazarillo, te gustaría estar en Madrid y encontrar un 24h abierto, una china vendiendo bocadillos o un Kebap de iraníes. Pero, toca irse a la cama, con los restos del Colgate y un trago de agua.

La idea del domingo era ir a ver a Bill Viola y hacerse un super reportaje fotográfico alrededor del Guggenheim. Bilbao amaneció lloviendo y nuestras cabezas también. Una cola descomunal de jubilados abarrotaban la entrada e impedían el paso. Por lo tanto, procedimos al plan del día. Ir a comer a ITXAS GANE. Otra gran recomendación de mi amigo que merece parada obligatoria. Está en la costa, en Barrika. Y, aparte del delicioso trato, tienen un pescado y marisco increíble. Una comida y sobremesa cargada de risas. No sé porqué pero ese restaurante me trae muy buen rollo. Un café para espabilar las neuronas y vuelta a Madrid. 4 horas de lluvia y charla incansable.

Por los robapáginas que nos llevan a viajes inesperados y las buenas compañías que hacen del rock,la mejor banda sonora del mundo.

 

 

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Lo que los ojos no ven

noviembre 23, 2016

Una mañana de la semana pasada, iba conduciendo por una carretera, popularmente conocida como la de Colmenar. Era una mañana fría pero con un sol radiante. Son esos días en los que soy feliz, ya que la simbiosis entre sol y frio, se hace posible. Como todas las mañanas, escuchaba la radio y, de repente, empezó a sonar San Francisco de Scott Mckenzie. Una Road Trip Song perfecta para mi trayecto en coche. Tuve una sinergia visual, estaba en mi San Francisco particular. Sentía que llevaba flores en la cabeza –como dice la canción-  y me percaté de algo que, de no haber sido por la canción, no me hubiese fijado nunca. Los puentes cruzapeatones de la carretera son de acero lacados en rojo. ¿Casualidad?
 
 

«Be sure to wear some flowers in your hair»

 

Hay millones de cosas que pasan desapercibidas a nuesros ojos y nos las perdemos. Tan sólo nos hace falta un estímulo para darnos cuenta de las maravillas que tenemos a nuestro alrededor. En mi caso, no es la primera vez que la música es la banda sonora del momento o la situación que vivo. Es del todo inspirador.
 
Me fascina una escena de la película I Origins, en la que el protagonista Ian – Michael Pitt – encuentra en el vagón del metro a la chica de los ojos más bonitos que jamás ha visto, Sofi – Astrid Bergès-Frisbey -. Él coloca sus auriculares en los oídos de la chica y comienzan a andar. La música juega un papel fundamental en el momento de la pareja, ya que gracias a ella,  Sofi se percata de la presencia de Ian, y comienza un enamoramiento espiritual e infinito.
 
 

 

 
Científicamente hablando, la música tiene una fortísima influencia en el sistema nervioso, potenciando la capacidad de percepción. Es por ello que los sonidos musicales afectan a las ondas cerebrales y provocan una mayor sensibilidad ante la realidad con la que estamos interactuando. Por eso, cuando escuchas una canción, tu campo visual se magnifica y puedes ver más allá de la realidad, capacitandonos a percibir mejor las emociones.

 

La música nos hace ver, lo que los ojos no ven.
M.
 
 
 
 

 

 

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Glutamato en la pista de baile

abril 4, 2016

 

El glutamato monosódico, también conocido como GMS, es un aditivo químico que equilibra, combina y resalta el carácter de otros sabores. La Administración de fármacos y alimentos de Estados Unidos (FDA) lo calificó “General reconocido como seguro”, y la Unión Europea, como un aditivo alimentario, sin embargo, el consumo de GMS está asociado a algunos síntomas y malestares.
Este peligroso aditivo engaña a nuestro organismo haciéndonos creer que la comida sabe mejor y es rica en nutrientes.
El glutamato monosódico es una neurotoxina que daña el sistema nervioso y sobre-estimula las neuronas llevándolas a un estado de agotamiento, como consecuencia de una estimulación artificial. Este aditivo es tan potente que provoca adicción en todos los alimentos donde se encuentra.
¿Habéis podido comer un solo chip de snack?
La respuesta es no.
El GSM provoca no poder parar de comer ya que la respuesta que provoca en nuestro cerebro es la de necesitar más y más. Además que su condición es la de potenciar el sabor, haciendo que la sensación sea de lo más satisfactoria al comerlo. Es por eso, que todos los alimentos que contienen este aditivo no podamos parar de comerlos.
Uno de los principales ingredientes de las Pringles es el GSM, por eso, ¡cuando haces pop no hay stop!
Pero, no quiero hablar de lo perjudicial de este aditivo, sino de la adicción que provoca al consumirlo. Y haciendo una comparación un tanto jocosa, lo haré con la música.
 
¿No creéis que las canciones que se componen ahora, tienen glutamato monosódico para los oídos?
Encendemos la radio y zas, ahí tienes una lista de nuevos éxitos que al cabo de una semana, se convierten en tu lista de música favorita. Música que no puedes cesar de oír, cantar y bailar. Son la BSO de cualquier establecimiento, restaurante y discoteca. Demandas que pinchen la canción porque necesitas escuchar ese ritmo y letra. Hay canciones que provocan una estimulación neuronal que es tan placentera que necesitas escucharlas en bucle. Y esto lo digo porque a mí me pasa.
Antes no era tan consciente de esta situación hasta que, hace poco tiempo, descubrí que la canción “What do you mean?” de Justin Bieber tenía GSM, ya que producía adicción, no pudiendo dejar de escucharla y bailarla. Y llegué a la conclusión de que existe música con este aditivo. ¡Y como las Pringles, una vez que le das al Play, solo hay Replay!
¿Cuál es tu canción con Glutamato monosódico?
La mía ya os la he dicho…
¡Que tengáis un feliz lunes a pesar de ser gris!
M.

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¡Hasta siempre Frey!

enero 19, 2016

 

Hoy, otra mala noticia atizaba nuestros corazones rockeros. Glenn
Frey nos ha dicho adiós a los 67 años
. ¿Por qué tan pronto? Una grave enfermedad
instestinal sumado a problemas respiratorios y la artritis reumatoide han
podido con su vida, en una operación vida a muerte. Y pudo el cielo.
Otra estrella del rock se marcha. El cielo está cargado de
buena música. La semana pasada fue Bowie, esta semana es Frey.
Pero, soy más de Frey, al fin y al cabo, The Eagles es mi
grupo por antonomasia
, con el que he crecido, sentido y vibrado. Y para mí, hoy
es una perdida grande en la historia de la música.
Glenn Frey nació en Detroit pero, fue California su destino
gracias a su novia del momento y a su gusto por el sonido de los Byrds y Buffalo
Springteen
. Y formó The Eagles junto a Don Henley, Randy Meisner y Bernie Leadon.
Y crearon el sonido de California. El rock suave con un gusto a folk. Billy Joel calificó a los Eagles como “los Beatles norteamericanos».
Es anecdótico  el
nombre del grupo “The Eagles” inspirado en “The Byrds”. Animales con capacidad
de volar. Desde su fundación, fueron el grupo más puro del country rock y fueron
la banda con mayor éxito de los años 70. Obtuvieron 6 premios Grammy y el disco
de “Hotel California” fue el más vendido del momento.
A Frey le debemos grandes temas como Tequila Sunrise,  Lyin Eyes y Peaceful Easy Feeling… entre
muchas otras. Hotel California, mi canción favorita sin dudas, la escribió en
conjunto del batería Don Henley. Otra gran canción, Take it easy, canción que les llevó al estrellato.
 
 
En el año 1980, decidieron separarse y él continuó su
carrera en solitario pero  14 años más
tarde se juntaron. Frey siempre fue el capitán del barco junto a Fenley y, a
pesar de haber idas y venidas de otros componentes, ellos siempre se
mantuvieron juntos.
Parece mentira que se vayan tan rápido de los escenarios
para volar como un águila o una estrella, quien sabe, encima de nosotros.
¡Hasta siempre Frey!

 

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FOREVER 27 CLUB

enero 20, 2014

Vivir es un verbo
difícil. Venderíamos el alma al diablo por alargar este encuentro con el
universo por siempre, aunque hay veces que deseamos que el trago sea corto y
rápido. Lo más difícil es afrontar los años como quien sube cada escalón para
llegar a casa, la diferencia es que en la vida cada año es un escalón que hay que disfrutar. Hay algunos, que
llegando al primer piso ya están cansados, otros, de lo contrario, siguen con
energía subiendo al vértice del Empire State. Como fuera, hay que vivir con
aliento.
Por las dificultades
humanas y por todas esas toxicidades que los humanos eligen para vivir. Vino a
mi cabeza esta frase:
“Vive rápido, muere joven y deja un
bonito cadáver”

Es
sin duda, la frase que sintetiza la razón de ser de muchos que deciden, hacer
de su vida un mito. Por error, esta cita fue atribuida a James Dean. Jimmy nunca nombró estas palabras, a pesar, de
convertirse en una leyenda por su corta vida. Estas palabras son parte de un
dialogo de la película Llamad a cualquier
puerta
.
Para
convertirse en un mito, debes tener la suerte de ser un fenómeno desempeñando
un trabajo, cambiar la mentalidad de medio mundo o, simplemente, traspasar el
cielo sin respeto.
Fue
en el Three Forks, un garito de
Carolina del Sur, donde Robert Johnson
fue envenenado. Es lo que tiene vender tu alma al diablo a cambio de tocar
Blues mejor que nadie. El diablo cumplió su promesa y él se convirtió en el
maestro. Pero ligar con la novia del dueño del garito conllevó a un fatídico
final. Nunca beban de desconocidos o, mejor dicho, nunca beban de una botella
de whisky abierta. Los celos del dueño del Three
Forks
le llevaron a envenenar al joven Robert. Con tan sólo 27 años, el
cielo se tiñó de blues. Y surgió un club, FOREVER
27 CLUB
.

Hablar
de Rock, es hablar de drogas y sexo. En  libros documentalistas sobre esa época, es increíble
descubrir como los grandes mitos de la música sacrificaron su futuro en pos de
vivir una juventud al límite. Por eso, el Club
de los 27
es una insignia de la frase que adelantaba al principio: “Vive rápido, muere joven y deja un bonito
cadáver”.

Sin Brian Jones los Rolling Stones no hubiesen existido. Se considera el Stone desconocido
pero, para muchos, el genio de los salvajes. Sus devaneos sexuales y su
comportamiento errático, conllevaron a su despido del grupo, días más tarde,
yacía muerto en la piscina de su granja en Harfield (Reino Unido). A día de hoy
se desconoce los atenuantes que le llevaron a dejar el mundo del rock con 27
años, podría ser su asma crónica o un asesinato. El misterio sigue en el aire.

El
genio por antonomasia de la música popular ha sido, Jimi Hendrix, considerado el guitarrita más importante e influyente
del mundo, quiso contagiar de paz y amor a través de  sus canciones. Su muerte también se encuentra envuelta en la polémica,
aunque la mezcla de alcohol y somníferos, le provocaron morir ahogado con su
propio vómito a los 27 años. Se convirtió en un icono del festival Woodstock de
1969.

Para
rebelde, ella, Janis Joplin.
Consiguió hacer de su voz, el blues y su estilo hippie, un icono femenino del
rock and roll. No se tomó bien sus problemas amorosos, dejó a un lado su éxito
musical y una sobredosis de heroína la despidió a sus 27 primaveras.

Jim Morrison fue el hombre de la libertad y el vocalista del
grupo The Doors. Su muerte a los 27
está envuelta en un extraña confusión. Suicidio, sobredosis de heroína o
asesinato. El acta de defunción especifica que murió por un paro cardiaco. Queda
claro que cruzar al otro lado –break on throgh (to the other side)- era
condición importante para ser una estrella del rock psicodélico.

El
rubio, Kurt Cobain, cantante y
guitarrista de Nirvana, adelantó en
su adolescencia que le encantaría formar parte del Club de los 27. Su éxito musical se vio doblegado a enfermedades
crónicas, depresión y adicción a la heroína. Se suicidó con una escopeta prestada
y dejó una carta que terminaba con estas palabras a su mujer Courtney y su hijo
Frances:Please keep going Courtney, for Frances. For her life, which will be so much happier without me. I LOVE YOU, I LOVE YOU!

Muchos
más músicos se encuentran en la lista. Creímos que este Club cerró sus puertas
a más integrantes. Pero el 21 de julio de 2011, se abrió el telón para recibir
a una nueva estrella, Amy Winehouse.
Su particular estilo, su perfecta combinación de diversos estilos musicales y
su poderosa voz la consagraron como una de las grandes de la música. Pero, su
fracaso amoroso y su adicción al alcohol y las drogas, la posicionaban en el
punto de mira. Dijo adiós pero, su música sigue viva. La hallaron muerta en su
apartamento de Candem Town y tras varias investigaciones, el alcohol fue la
causa del coma.

Ellos decidieron vivir deprisa, murieron jóvenes y dejaron un brillante legado musical que sigue vivo entre nosotros. Subieron pocos escalones pero muy deprisa. No traspasaron los 27 pero su música y estilo han traspasado a múltiples generaciones.

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