Viernes, a una hora prudente de la tarde -aún no se había cambiado la hora- cargamos el coche, pusimos rock para aderezar el viaje y dirección Burgos. Hace unos años, un buen amigo, tuvo la maravillosa/fatídica idea de recomendarme LA VIÑA DEL ENSANCHE. Ir a Bilbao sin pisar esa santa casa de producto Joselito es un grave pecado. Pero, una vez que lo pruebas, no puedes vivir sin esa dosis de Joselinis anual que despierta a la endorfina más muerta que tengas en el cerebro inferior. Llegamos a Bilbao, dejamos las maletas y nos fuimos de zuritos y a disfrutar de la VIÑA. Después llegaron las copas, los babosos, el reggaetón y más acontecimientos que no tienen ningún interés para el conocimiento colectivo.

A la mañana siguiente, café y bocadillo de jamón ibérico, y en marcha. Pasear Bilbao con su bruma, su fresquito, su luz intensa sin sol, la hace única. Una generosa vuelta por las zonas de interés, alguna compra, fotos y al lio. Más pinchos y zuritos en el Casco Viejo y parada obligatoria en el BAR BILBAO en la Plaza Nueva. La tarde noche sería intensa, por lo tanto, un café y una mini siesta con muchas risas fue el break necesario para llegar al BEC – Bilbao Exhibition Center – con ganas de disfrutar. Al llegar a las taquillas, una nota de atención nos genera el cachondeo del momento. [Importante: Durante el concierto de Prodigy se hará uso de láser y luces estroboscópicas]
¡Qué narices son las luces estroboscópicas! Buah, da igual. No vamos a ver a Prodigy.
Recarga de pulseras. Heineken sin medida y muy buen rollo. BNQT – grupo formado por los cantantes de Franz Ferdinand, Band of Horses, Midlake, Travis y Grandaddy – sonaron y me molaron mucho. Volver a escuchar “Why Does It Always Rain On Me” en directo, me llevó a muchos años atrás cuando era una apasionada de Travis. El siguiente asalto llegó con Franz Ferdinand. Reconozco que amo los conciertos y cuando el grupo es mi favorito es un estado de Nirvana absoluto. Alex Kapranos estuvo a la altura, aunque fue un tanto más suave que en otros conciertos. En conjunto, brillaron con esa energía camaleónica que les caracteriza. Una vez terminado, la idea era cambiar de escenario y darle una oportunidad a unos de los muchos Dj´s que ofrecía el festival.

Ahí llegó el momento: nadie sabe dónde está nadie. Al móvil, en la cola del baño, a por un hot dog, reencuentro con otros amigos. Y, en ese momento inesperado, me encuentro a la recepcionista de nuestro hotel. Ella vino a ver a Prodigy. La música no permitía hablar, ni mirar a tu alrededor. Todo un conjunto de almas adoctrinadas al ritmo electrónico punk se danzaban adorando a su idolatrado grupo. Somos conscientes. Estamos en el concierto de Prodigy. ¡Al carajo las luces estroboscópicas! Nos reímos, bailamos y cambiamos de pista con nuestros amigos. Más luces de neón y música electrónica. Llegó la hora de volver y eso que el cambio de hora, nos regaló sesenta minutos más. Saliendo del BEC (Barakaldo) agradeces estar en Bilbao y que el metro esté abierto toda la noche. Cuando llegamos a nuestra parada, con más hambre que el perro de un Lazarillo, te gustaría estar en Madrid y encontrar un 24h abierto, una china vendiendo bocadillos o un Kebap de iraníes. Pero, toca irse a la cama, con los restos del Colgate y un trago de agua.
La idea del domingo era ir a ver a Bill Viola y hacerse un super reportaje fotográfico alrededor del Guggenheim. Bilbao amaneció lloviendo y nuestras cabezas también. Una cola descomunal de jubilados abarrotaban la entrada e impedían el paso. Por lo tanto, procedimos al plan del día. Ir a comer a ITXAS GANE. Otra gran recomendación de mi amigo que merece parada obligatoria. Está en la costa, en Barrika. Y, aparte del delicioso trato, tienen un pescado y marisco increíble. Una comida y sobremesa cargada de risas. No sé porqué pero ese restaurante me trae muy buen rollo. Un café para espabilar las neuronas y vuelta a Madrid. 4 horas de lluvia y charla incansable.
Por los robapáginas que nos llevan a viajes inesperados y las buenas compañías que hacen del rock,la mejor banda sonora del mundo.






