La democratización de la hamburguesa

Un blog muy personal cargado de vivencias y experiencias cargadas de gastronomía, cultura, viajes, moda y lifestyle.

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Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección

octubre 11, 2013

Hace poco más de un año escribí una ofrenda para la boda de unos
buenos amigos. En ella, narré la más bonita de las experiencias y la encargada
de hacer que la vida se acerque más a la perfección, la experiencia del amor. Les
regalé un consejo que, nunca dejará de parecerme la clave del éxito, “Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar
juntos en la misma dirección”.
A día de hoy, ellos son dos grandes enamorados que miran juntos en la
misma dirección, un aplauso por vosotros.
La verdad es que el amor es el mejor compuesto vitamínico para vivir.
Cuando estás enamorado todo fluye, todo parece que se mueve en la dirección
correcta, tus ojos brillan y no sabes porqué, eres amable por doquier y la vida
te parece infinita. Dicen que los enamorados son enfermos incurables y que la
única cura es el fin del amor, ¡¡qué viva la enfermedad!! También dicen que
estar enamorado es síntoma de fragilidad, que te sientes tan unido a  la otra persona que ya no piensas en
uno, sino en dos. Pero esto sólo pasa cuando la otra persona es única. Única
para ti.
Cuando el amor nace entre dos
amantes,  un séquito de mariposas
se asientan en tu estómago, tu mirada se queda anclada en el vacío y tus ojos
son sonrisas infinitas, la imaginación hace reales los sueños, cualquier locura
a su lado es posible, todo suena a “contigo si”, tu mente está ocupada por la
otra persona y tus besos sólo tienen un único destinatario. Es, sin duda alguna,
la más bonita de las experiencias y la encargada de hacer que la vida se
acerque más a la perfección.
Pero el enamoramiento evoluciona
y cambia. Debemos aprender a canalizar nuestras emociones. A no vendar nuestros
ojos ante la tempestad. A no culpar al otro por la insatisfacción personal. A no
invadir el límite de la libertad de la otra persona. Saber que el amor no es
poseerse el uno al otro, es compartir. A que la sumisión no es clave del éxito
sino el acuse y derribo del amor. Que los defectos son señales de la
experiencia de la vida, que al principio te enamoraron. A veces, llegamos a
pedir todo. Explicaciones y exclusividad. Yo para ti y tú para mí. Hasta que un
día, por última vez, entran en nuestro corazón, usurpan los últimos recuerdos y
se marchan sin preaviso. Los seres humanos, llegamos a perder nuestra capacidad
de amar.
Ya
no te quiero. No te necesito. No me haces falta. Siento que ya no es lo mismo.
Debo de encontrarme. La mecha se está apagando. Ya no estamos mirando en la
misma dirección.
Y llegado el final de una
relación, hay que ser fuertes y honestos con nosotros mismos. Es muy difícil
derrotar un castillo de ilusiones construido a base de sueños, trabajo y
empeño. Pero el catastrofismo sólo lleva a la destrucción y la vida está para
construir de lo aprendido. Y el tiempo libera, da energía, te posiciona y te ayuda a saber quien
eres, qué quieres construir y con quien. Y ante todo, que el tiempo es la única
medicina que mitiga el desamor.
Hay amores que matan, amores que
te hacen soñar despierto, amores que te hacen  guardar tu vida en una maleta, amores desconsolados, amores
protectores, amores pasionales, amores platónicos, amores a primera vista,
amores que nunca empiezan, amores que terminan antes de lo esperado…
La suerte es enamorar y que te
enamoren por siempre, caminar de la mano, mirando en la misma dirección. Pero
primero, enamórate de ti mismo, porque así, lo demás vendrá solo.

Hoy es viernes. Amad a vuestras parejas.
Y los que no las tengan, dejaos querer, reíros y bailar. 
La vida es un rato.

2 comentarios · Categorías: Personal Tags: amor, democratizacion de la hamburguesa, enamoramiento, sentimientos, vida

Las mujeres quieren ir al altar y los hombres a la cama

septiembre 30, 2013


Hemos querido llegar a la ilusa conclusión de que
los hombres y las mujeres somos iguales. A lo largo de la historia, el hombre y
la mujer han luchado por ganar una batalla perdida, pero, agradezco el intento,
porque gracias a eso, estamos donde estamos, en ningún sitio. Si Simone de Beauvoir levantase la cabeza,
me diría: “de batalla perdida nada. No se nace mujer: llega una a serlo”. He de decir que El segundo sexo cambio mi
vida, bueno, cambio mi forma de ver a los hombres y las mujeres.

Tal vez no hayáis leído nada de este libro o de
ninguno de los escritos por la que fue novia de Jean-Paul Sartre, pero este
título del post refleja una crítica hacia el estándar de lo que son las relaciones entre
los hombres y las mujeres. Y matizo, no todos somos así pero la generalidad, el
mito o el ejemplo si.
Sin tener la intención de hacer una disertación
feminista porque no es mi intención, tal vez, la haría de la
igualdad u homogeneidad entre los hombres y las mujeres. Si apostillo en
mayúsculas y negrita, que los canales de comunicación entre ambos sexos no se
rigen bajo las mismas leyes de la existencia.
Pero, puedo encontrar algunos porqués. Cuando un
hombre nace, la familia quiere que sea un valiente. Desde sus primeros alientos
de vida, estarán asesorados por el balón, las minifaldas y la velocidad. A
diferencia de cuando una MUJER nace. Todo es rosa, todo es ternura, todo es
suavidad. Por lo tanto, como diría Simone, no se nace mujer, una llega a serlo,
porque desde pequeños los caminos toman sabores y colores diferentes.
Por ello, creo en las diferencias entre hombres y
mujeres, pero no en las que nos han enseñado. Los hombres no son más valientes,
ni las mujeres saben hacer mejores los pasteles. Ni un hombre está mejor
capacitado intelectualmente que una mujer. Somos diferentes, porque desde la
cuna, crecemos de manera diferente, y porque nuestra sexualidad condiciona esa
diferencia.

Teniendo en cuenta que los hombres que coleccionan
sellos femeninos son  exitosos y
las mujeres que prestan su interior son busconas, no les extrañe el título de
este post.
Yo, sin embargo, no creo en esta dualidad. Pero creo
en las bodas y en el placer. Y sobre todo, creo que si los hombres y las
mujeres viviesen con más naturalidad sus diferencias y similitudes, las
personas disfrutarían más de los encuentros y se casarían más convencidas.

Y como dijo, Simone de Beauvoir:  “La palabra amor no tiene, en absoluto, el mismo sentido para ambos sexos, y esta es una de las causas de los graves
malentendidos que los separan”

1 comentario · Categorías: Personal Tags: amor, democratizacion de la hamburguesa, hombres y mujeres, jean-paul sartre, simone de beauvoir

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