La democratización de la hamburguesa

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Su sueño era ser médico

julio 31, 2014

Hay
algo que no nos pueden robar: nuestros sueños. 
A medida que nos hacemos mayores
este poder se debilita y se muestra difuso por las divergencias y asperezas que
la vida muestra. Por esa razón, no podemos permitir que a los niños se les robe
el derecho más bonito del mundo, el derecho a soñar despiertos.
El
sueño de Halim era ser médico. Médico de los que curan heridas, heridas del
alma o heridas de bala. Desde pequeño tuvo que luchar con la incesante
necesidad de ser mayor siendo un niño y de ser lo suficientemente valiente para
no tener miedo al abismo de estar sólo. Lloraba todas las noches porque su
padre no estaba, nunca  llegó a saber el
porqué  y su madre era demasiado fuerte
para hacer el papel de los dos. Pero, cuando a Halim le preguntaban cual era su
verdadero sueño, era estar con su padre. Desgraciadamente eso nunca se hizo
realidad ya que murió en Jerusalem.
Halim
vivía en Gaza. Todas las mañanas iba a
clase con sus compañeros y era brillante en matemáticas. Él aseguraba que
cuando cumpliese los 18 se iría de Gaza a estudiar medicina a Irán, que se casaría
con una iraní de ojos verdosos y curaría todas las enfermedades del mundo. A
pesar de todo, Halim era un niño feliz, con heridas en el corazón, con
carencias pero con muchísimos sueños. Le encantaba jugar, era brillante, despierto e iba saltando a todos los sitios.
El
pasado martes, la vida de Halim se vió truncada. Porque sus sueños se
desvanecieron, se vieron convertidos en sangre, miserias y desesperación. Con
él, la vida de muchos más niños fue aniquilada por el desentendimiento, el
antagonismo y la incomprensión
.  Vidas de
niños con sueños, con heridas en el corazón pero que, finalmente, son víctimas
de las balas que el poder lanza a su gusto. Y son ellos, los pagadores de tal
desastre.
Y
ellos gritan. Y con ellos, sus familias, sus compañeros y las víctimas que
desde el cielo reivindican el derecho a vivir en su tierra. Pero su deseo de
vivir dignamente, nadie le oye.
Halim
ha muerto y su corazón ha estallado manchando las almas de los que no tienen
alma. Y sus sueños ya no existen porque el mundo no está interesado en ellos.
Como
Halim están muriendo más niños, mujeres y hombres que son víctimas de un brutal
genocidio propiciado por muchísimos poderes fácticos. Y el mundo no puede mirar
a otro lado cuando vea más noticias en la prensa sobre esto, el mundo no puede
permanecer callado ante tal barbarie, el mundo no puede permitir que el derecho
a tener sueños se vea frustrado por una lucha que no entiende de entendimiento
y que, mucho menos, entiende de razones
.

Su
sueño era ser médico y curar heridas de alma. En el cielo se ha encontrado con todos aquellos a los que les robaron el alma antes de tiempo y con todos a los que no les dejaron llegar a cumplir el sueño de ser libres en su tierra.

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