Llega un momento en la vida en que los kilómetros recorridos se notan y te dan un mensaje. Variopinto y con muchas connotaciones. Has podido recorrer el camino de tu vida sin criterio, engañándote a ti mismo o, simplemente, haberlo vivido prolíficamente. Haciendo paradas, conociendo a gente y escuchando una bonita banda sonora. No siempre es fácil elegir esa forma de recorrer kilómetros. La vida es una carrera de resistencia. No vale llegar el primero. El Club de los 27 se pasó de moda – no hay que vivir deprisa, morir joven y dejar una bonito cadáver – pero, tampoco vale quedarse el último, ahogándote en mini soplos de aire y no sentir cada paso por miedo a llegar a la meta.

Hay muchos que recorrerán siempre la misma carretera por miedo a perderse en nuevas travesías, frente a otros que toman caminos diferentes a diario.
A veces, necesitamos perdernos y salir de esa cómoda monotonía que nos aferra a nuestras convicciones y propios pensamientos. Y costándonos, decidimos lanzarnos y conocer nuevos parajes. Cuando tomamos una nueva dirección, algo cambia en nosotros y nos hace recorrer kilómetros de otra forma. Pero, puede pasar que ese cambio nos de miedo y nos haga arrepentirnos de conocer algo nuevo a lo que no estábamos preparados para vivir. Sin embargo, vivir en el mismo escenario, precipita a un estado de frustración de perderse momentos y nuevos instantes.
Hace un tiempo, descubrí, por la experiencia de mi viaje y el de las personas que estaban a mi alrededor, que merece la pena construir tu propio mapa y decidir cómo recorrerlo. Puede que nadie te entienda y que, incluso, no quieran compartirlo contigo. Pero, tendrás la satisfacción de llevar la velocidad y dirección que tú quieres. En algún momento del camino, habrá algún peaje, barrera o estrechamiento de la calzada. Situaciones que pondrán en tela de juicio, tu forma de recorrer kilómetros. Y en ese momento, te plantearás si tu carrera de fondo es meritoria de una persona como tú. Todas estas impertinencias que se plantean en tu camino te harán aprender y te enseñarán algo muy sabio: solo tú eres el juez de tu propia conciencia y el capitán de tu barco.

Ese día comenzarás a valorar cual es el camino qué quieres recorrer y de qué manera.
Comienza por moderar la velocidad. Haz hoy lo que tienes que hacer y deja para mañana lo que sabes que hoy no es necesario acometer. Observa el sol que se refleja en el camino que recorres. Aliméntate de buenas vibraciones. Haz una parada para escuchar sabiduría de alguien que quiere mostrarte algo que tu no quieres ver. Recorre kilómetros con la garantía de irte a dormir sabiendo que llegaste a la meta de hoy. La vida es hoy.
M.
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