Aún me parece que fue ayer cuando comenzó el verano. En mi cabeza sonaba el hit de Sonia y Selena, de inicios del 2000: “Cuando llega el calor, los chicos se enamoran, es la brisa y el sol, acércate ven mi deseo, te confesaré”. Que serán de todos aquellos Hits de verano que murieron en la estantería de CDs o cintas de cassetes. Pero, dónde quedaron esos bailes y coreografías que tanto tiempo dedicamos a ellas y murieron en nuestra memoria adolescente.
Si echo la vista atrás, hay un verano pasado que aún me sabe a “Sabor de amor, todo me sabe a ti. Besarte es como comer palomitas de maíz”. A chiringuito a pie de playa con cervezas heladas y gambas a la plancha dándonos besos mientras nos comían los mosquitos. Pero, también, me sabe a mojitos con fresas mirando al camarero guapetón en busca de un guiño de ojos. Ese último intento de aplazar el verano un día porque, ese día valía oro, y: “como no sabíamos que era imposible, lo hicimos”. Mi vida no cambió, pero si cambió mi forma de ver la vida en ese instante tan eterno. Aún me sabe a ese atardecer, sentada en tus rodillas pidiéndome que te diera el último beso. Fue el último que nos dimos porque los besos no se piden, se roban. Y puestos a recordar, me quedo con esa cena de amigas comiendo sin parar, bebiendo sin control y acicalándonos para la noche que salimos como si no hubiese un mañana o como si nos lo fuesen a prohibir. Y también, momentos en familia. Arreglando tu mundo con alguna copa de vino de más, en la que recibes abrazos que te llenan el alma y consejos que nunca pones en práctica.
Si, los veranos son recuerdos. Y para mí todos son buenos. Porque siempre que llegan me hacen pensar como llegue hasta aquí. Nos enamoramos poco y jugamos demasiado. Pienso que el verano es para calzarse las albercas y disfrutar del mar, de la montaña o de la ciudad, sin contárselo a nadie. Bailar, cantar y reír, si reír a carcajadas. Y pensar que, cada noche, es “Mi gran noche” viviéndola con la misma motivación que Raphael.
Este verano anduve 120 kilómetros para retarme y conocerme más a mi misma y me ha gustado la sensación recibida. He viajado a una isla para reírme sin parar con una panda de amigas llenas de vida. Y he descansado en el norte, al son del buen comer y el cariño de la familia. Este verano me supo maravilloso. Ya se acabaron las vacaciones. Ahora toca deshacer las maletas y empezar el curso con muchas fuerzas. Toca dejar en la estantería la música escuchada y poner en práctica la coreografía aprendida.

Con cariño, M.
























