La democratización de la hamburguesa

Un blog muy personal cargado de vivencias y experiencias cargadas de gastronomía, cultura, viajes, moda y lifestyle.

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Sin tiempo, llegó el verano

junio 25, 2014

Siento mucho el retraso, he pillado un atasco increíble. Me quedé esperando en una estación fantasma y ningún tren tenía dirección: mi destino. El teléfono se quedó sin conexión 4G y sólo me dejaba hacer llamadas de emergencia. Y, por supuesto, los tacones me han dejado los pies sin ganas de caminar y descalza no pude llegar muy lejos. Además, me he entretenido hablando por el camino, entre terraza y terraza. He encontrado el antídoto para el verano, este verano 2014 en el que el calor no es protagonista. Pero, siento que no tengo tiempo. Los días se agotan, las semanas pasan y, a veces, tengo la extraña sensación de que hago mucho en pocos minutos y algunas horas se marchan sin darme cuenta de su existencia.
Y, en este tiempo, he pensado, en una barra de un bar sin nombre o de camino a casa, ¡qué podía contar!  Qué podía ser lo suficientemente salvaje, más que el concierto de hoy, ¡qué promete! Barajé la idea de crear una lista de cosas sugerentes, un manual de uso para el hombre versión 3.0, la elección del bikini perfecto o  contar la mejor historia de amor…

Pero tanto pensar y tan poco tiempo, que ha llegado el verano y yo sin tener nada escrito. Justo, un fin de semana antes de que comenzara oficialmente el verano, yo lo estrené escapando de Madrid. Esto todo un lujo irte siempre que lo hagas en buena compañía y a un destino que merezca la pena. Y no hace falta irte muy lejos para descubrir parajes que sucumben a los cinco sentidos por completo. 

Y es en una playa, en donde el tiempo se para, es cuando te das cuenta de lo rápido que vives. 

Estar en una playa sumergida entre cuevas, escuchar a un Dj increíble, disfrutar de una cerveza helada, contemplar un atardecer de poesía y sentir una temperatura fantástica. El cóctel perfecto para desconectar y resetear el sistema.
Te dejas llevar por una inmejorable sensación de: “el tiempo pasa muy deprisa, no tienes tiempo de nada, pero siempre, hay un momento en el que el tiempo no pasa tan deprisa y tienes el lujo de saborearlo sin control”.
Y esto lo digo porque todo estamos igual. Trabajamos y salimos mucho, descansamos y disfrutamos poco, por eso, es bueno desconectar de vez en cuando, perderse de la contaminación y el ruido. Por suerte, el verano es lo bueno que tiene, te permite un break llamado vacaciones. Para algunos son más largas y para otros  son escasas, pero sean como sean, siempre sientan bien.
¡Feliz inicio de verano a todos!

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#soymuyfandelapublicidad

mayo 14, 2014

No sé si fue la serie Periodistas, mi confeso amor a la comunicación o que
me fascinaban los spots de Coca-cola, que decidí estudiar Publicidad. En esa
época, la imagen del publicista molaba. Tenían un rollo moderno-creativo-molón,
que tú desde tu perspectiva de post adolescente deseabas tener. Además los
publicistas ganaban pasta, tenían mal horario pero buenas comisiones, iban a
muchos eventos, conocían a mucha gente y eran los más IN de toda tendencia.
Trabajaban en las agencias, en los departamentos de comunicación de las
compañías, en las consultoras de RR.PP y eran una profesión liberal de lo más
envidiada. Y lo mejor de ser publicista era la imagen que los demás tenían: “Los publicistas hacen los anuncios de Coca-cola.
Los publicistas son la ostia”
Por esa razón y porque, de verdad, tenía vocación por las Ciencias de la
Comunicación, estudié Publicidad y Relaciones Públicas. Acoto que esta segunda
parte de mi Licenciatura, no es formación nocturna reparte flyers, es algo
necesario en cualquier compañía, aunque el término de RR.PP lo veamos
relacionado con Pacha.
La verdad es que mis padres no me pusieron objeción ninguna a que dedicase
5 lindos años de mi vida a estudiar lo que a mí me gustaba. Ellos sabían que no
me equivocaba de carrera. Esto se lo agradeceré eternamente porque algo que me
molesta son los padres que no dejan a los hijos estudiar lo que les gusta y les
obligan a sacrificar los años universitarios en libros que aborrecen. Porque lo
que estudias puede ser a lo que te dediques el resto de tu vida, pero puede ser
que te dediques a otra cosa. Por eso, sea como sea, es bueno invertir tu tiempo
universitario en aquello que ames. La crisis ya te pondrá en tu sitio querido
licenciado
.
Pero, la imagen y realidad del publicista del siglo XXI ha cambiado
radicalmente. Los que estudian Publicidad en estos tiempos están sentenciando
su futuro: Ser becario hasta
que no puedan más
. Ese pobre recién
licenciado que se da golpes contra los muros de la pared de su casa,
acordándose de Lasswell, McLuhan, los mass media, el libro rojo de la Publicidad,… y llora desconsolado viendo como su hermano que estudió ADE tiene curro y él no. Y, a
ver, anoto que ahora la crisis es para todos, pero los comunicadores,
periodistas y publicistas lo tienen más negro, las cosas como son.
Pero, claro, luego te encuentras al que tiene suerte o al que dedicó todos
sus veranos siendo becario y hoy es: JUNIOR en una agencia. Ese, como diría mi
tía Enriqueta, es capitán general. Luego está el que curra en Comunicación o
Marketing, afortunadísimo de tener trabajo. Y luego están los afiliados
cuentan Premium Gold en Infojobs. Mi más sincero aplauso para ellos. Creo que
todos nos unimos en una causa: #jovenpublicistabuscaempleodigno
Pero, no he venido a lamentar de la publicidad, sino a honrarla y adorarla.
La publicidad es de todos y para todos. Crea nichos de mercados para que seas
rehén de sus sentimientos, te envuelve con sus premisas, te hace creer en que
los sueños se cumplen, te hace sucumbir al pecado… perdonad, ¡la publicidad es
leche! La publicidad mueve montañas… en palabras de Joseph Pulitzer, magnate de
la prensa americana: “la publicidad es el factor y la fuerza moral más grande
de nuestra vida pública”
. La publicidad empieza en uno mismo, en la manera de
expresarse, comunicarse, vestirse y actuar, es una herramienta de hacer de ti,
alguien deseable o completamente intratable.

Sobre todo, la publicidad deja campañas con un sabor único. Es por las
buenas campañas de publicidad por las que me merece la pena pertenecer a una
profesión que me apasiona – no hago los anuncios de Coca-cola, pero no me voy a
quejar  –. Y me apasiona que la sinergia de medios convencionales y digitales,
estos últimos liderando el mercado, saquen a la luz ideas tan brillantes.
Como no me cuesta decir que #soymuydemahou. La última campaña de la cerveza
Mahou, donde una docena de prescriptores de lujo (cine, deporte, música y
gastronomía) protagonizan junto a la “cremosísima cerveza Mahou” un spot basado
en sus experiencias con la cerveza. Una campaña real que, gustándote o no la
cerveza, inspira a los espectadores. Evidentemente, si te gusta la cerveza
Mahou, los prescriptores del spot te identifican ya que son abanderados de la cerveza en su vida pública. Escenas reales de amigos como la de Leiva, Iker Casillas, los actores: Marta Etura, Dani Rovira y Clara Lago. Experiencias de vida: ¿dónde fue tu primera caña? y ese aliento a rock con Loquillo y Cristina Rosenvinge. El espectáculo y el inicio de una historia de amor con Mario Vaquerizo y Alaska. Y, para mí, la historia más nostálgica y bonita, la unión de dos grandes de la gastronomía española: Lucio Blázquez, mentor de Casa Lucio: la cocina de solera, tradición y arraigo; y David Muñoz: el creador y maestro de Diverxo: donde innovación, potencial, éxito y 3* se unen, compartiendo un bonito encuentro.
Y es por esta clase de anuncios por lo que siento que la publicidad inspira a todos y, por ello, me manifiesto:
#soymuyfandelapublicidad

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“La mejor fiesta de mi vida y yo me quería quedar en casa”

abril 26, 2014

Ayer estuve en una fiesta
en la que el champán se acabó antes de tiempo, las mesas estaban abarrotadas de
copas, ni una pulga tenía sitio. Me vibraba el teléfono sin cesar pero no
quería mirarlo, porque estaba con gente y odio la gente que no deja de mirar el
móvil cuando está acompañado.
El otro día, sin ir más lejos, caminaba por la calle de camino a casa, y en
un restaurante de estos que tienen escaparate visible, una pareja de no
enamorados, enfrentados con un brownie de chocolate, malgastaban ese tiempo
mirando el móvil. Me dieron bastante pena, porque tener alguien enfrente y que
no seas capaz de mirarle… ¡Chicos, quedaros en casa con vuestra tecnología,
Whatsapp, Twitter, Facebook, Instagram y dedicaros a comentar cómo evolucionan
las cuatro paredes del dormitorio!
Es por esta razón y por otras más, que no me mola estar con el móvil cuando
quedo con gente. La verdad que ayer fue diferente, esperaba una llamada. Pero
no me apetecía ser la pesada que tiene el móvil en la mano. Olvidaros de
adicciones al tabaco o al alcohol, la adicción al móvil está más cerca de lo
que creéis
. Estaba en casa de unos amigos que se les había ido de las manos el
volumen de la música, el número de invitados y el número de botellas de
alcohol. Son de estas fiestas que entre col y col, siempre hay una lechuga,
aunque si soy sincera, aquí no había más que licoretas moviéndose al ritmo de
Pitbull. 
Esperaba la llamada del millón. Esa que te libra, te saca, te arrastra
y te pone en un punto nuevo: un coche, camino de un buen bar donde el ambiente,
la música y las bebidas son agradables. 
Llevaba un pequeño bolso – en la mano –
y el móvil dentro. De repente, me empieza a hablar el que menos oportunidades
tiene a ganar el euromillón. Este no era col, no, se quedaba en repollo. Se
acerca y me empieza a preguntar que qué hago en esa fiesta. Y yo me pregunté,
claramente, qué hacía ahí. Este tipo de repollos, son los típicos que se crecen
en ese tipo de fiestas. Aprovechan que son colegas del dueño de la casa, que
estás sola sintiendo la vibración del móvil, que no hay más alcohol – todo se
lo ha bebido él – y porque él pone la música. Los temas de conversación con estos
tipos son de los menos variado: Pitbull, ¿a quién conoces de la fiesta?, a qué
discoteca vamos luego , 8 apellidos vascos es un peliculón…
En ese momento,
entiendo a la gente que saca el móvil. Quiero evadirme de tal conversación,
espero una llamada y mi mundo virtual en Instagram es mucho más interesante que
hablar con la insensibilidad transformada en un hombre empapado en pacharán.
En ese mismo instante, me acuerdo de la pareja separada por el brownie y
soy consciente de algo: ¿La gente se evade en el mundo virtual porque el real
apesta?
Y mi presente corrobora eso.
Pero, soy más consciente de que la gente necesita suplir sus vacios reales
con los contenidos virtuales. Tal vez esa fiesta apestaba, pero mi completo
pack de social apps ilustraban una gran noche. Es decir, ya no somos una
conversación, un trago o una buena vista. Somos un tweet, un cambio de estado y
una foto. Eres lo que muestras en Facebook. ¡Qué pasó del disfrutar del
momento! ¿Ahora, el  nivel de diversión se mide en el número de likes que
tus publicaciones tienen?
O lo que es peor, ver para creer, si has estado en el
cine lo pones, que te tomas un Gintonic pones la foto, que estás de mal humor
compartes una publicación de un don nadie que tiene 3550 likes, que el repollo
de la fiesta te apesta, actualizas estado: “La mejor fiesta de mi vida y yo
me quería quedar en casa”.
Llegó el momento de coger la llamada que esperaba, que me dice que este tío no me va a dar
más la chapa. Cojo la chaqueta, me despido del dueño de la casa y salgo por la
puerta. El heredero de pacharán Olatz sale escopetado detrás de mí y me lanza
un: Bueno, te busco en facebook… y yo
pienso: ni lo intentes…
Y lo que hace una decena de años sería estupendo: no volver a ver a este
elemento jamás, a día de hoy, es imposible. Porque va a perder su tiempo en
buscarme y ver qué amigos tenemos en común. El día que yo cometa el error de aceptar
su amistad, comenzaremos una amistad virtual. La real es una utopía. Y hará un
exhaustivo repaso de qué hago, cuando, cómo, por qué y con quién. Es tipo sabrá
más de mí que mi abuela.
Y esto nos sucede a todos.
Me encantan las redes sociales. Me encanta compartir gustos, experiencias e
instantes inolvidables. Pero, me encanta disfrutar el momento. Y, ayer, terminé
en un fantástico garito, donde la música era inmejorable y, lo mejor, no tuve
que mirar el móvil. El momento real no necesitaba al virtual.

¡Disfrutad
del finde!

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Querida resaca, ¿qué hago contigo?

abril 9, 2014

Abro los ojos y el techo me da la sensación de estar más bajo, de repente,
la vibración del móvil agudiza mis sentidos.
Aa mama llamando.
Me incorporo y la ley de la gravedad se hace realidad, mis brazos son
las mancuernas de 50 kilos del gimnasio, esas que jamás en mis sueños cogería,
y hoy son el peso pesado de mis brazos. Mi boca es un vertedero de residuos
tóxicos, un armario de poesías rotas y una fábrica de hilos de cuerdas
desechas, cerrada con Loctite, ni con una manguera de agua a presión soy capaz
de abrirla. 
Sintiendo el estado de malignidad que la vida me está prestando 30 segundos
tras abrir mis maquillados ojos, intento descolgar el teléfono, pero me percato
y suelto unos: ¡hola! ¡hola! !¡que tal! al aire. Como quien no quiere la cosa.
Como que mi madre no se va a dar cuenta de  que acabo de despegar el
ojo. 
En ese momento pienso, menos mal que no está en casa, menos mal que Cezzane
está en el Thyssen. ¡Menos mal que no me ha pillado en este estado! Obvio la
llamada e intento moverme. 
En ese puñetero momento, hago reseteo. La noche fue épica. Estuve en 4
garitos, me bebí X tragos y bailé al ritmo de los Stones. Mi mejor amiga
celebró su cumple, una que iba etílica me intentó joder mis baggy de ante y
casi se lía en la pista de baile. Pero, lo mejor, ese tipo con declaración de intenciones tiene mi
móvil. ¡¡WOWWWWWWWWWW!! Este es el momento subidón del amanecer
post-noche vaina loca.
Bromas aparte y sin entrar en detalle de cómo son mis fiestas. Sigamos con
esto.
Me levanto de la cama y bebo esos últimos coletazos de agua que el vaso de
mi mesilla contiene. Compruebo pertenencias, estado de las mismas y tesorería.
Los tacones hechos una pena, el pantalón con más lamparones que los manteles de
una Casa de fritura y el monedero sin un «puto duro»,
varios tiques de horas inconfesables y una moneda con dos caras.
Voy al baño, me miro al espejo y no me reconozco. Me digo a mi misma: «Ayer fue Rock and Roll y hoy toca:
Heavy Metal. Hoy, tienes lo que te mereces rockera»
. Y ahí, soy más
consciente de que los Güiscolas no me sientan igual, que los tacones me dejan
huella y que trasnochar me deja K.O. Querida resaca, hoy eres mía.
Me he dado cuenta que da igual lo que hagas, beber agua entre copas, evitar
los chupitos, beber despacio, irte una hora antes, pasear un poco, comer antes
de dormir, medicarte – más vale prevenir que curar -… lo que yo te digo, es
que… ¡la resaca no te la quita ni la Mahou 5*!
Por eso, me pego una ducha. Me planto el mono de batalla y a la calle.
Porque no hay cosa peor que una resaca en casa, si es de esas más épicas que la
noche anterior.
Con el paso del tiempo, aprendes que la resaca es el proceso más personal
que tiene el ser humano – sólo tú sabes lo mal que lo estás pasando -. Es como
cuando estás enfermo, pero aquí te lo has buscado amigo. Tú mismo,
bailando Satisfaction, I can´t get no, y con el tintineo de
los hielos, te ganaste el primer premio al mareo, sudor interno, dolor de cabeza,
escalofríos, angustia, mal cuerpo,… vamos esa resaca que es de gotero.
Por eso, cuando todas las malas sensaciones se alinean, lo mejor es: colgarse
el bolso al hombro, echarse a la calle y con suerte quedar con los mismos
figuras con los que pasaste la noche anterior. Más bien por eso del «mal de muchos, consuelo de
tontos».
Ese día, no es para irte de compras con tu madre, quedar con
tu amiga la casada o hacer una excursión por el campo.
Este día es para irme de cañas, a ver si con suerte, alegro el PH y se pone
a los niveles del estado de felicidad y deja atrás este aturdimiento.
Por eso, en honor a todas esas batallas nocturnas que me han dejado muy
buenas heridas de guerra, le hago este honor a mi resaca, a esa parte de mí del
día después de cuando salgo. A ese «cuerpo
escombro»
que ni una hamburguesa del Alfredo´s, 20 dobles en Fide y ni
el manantial de Solan de Cabras te quita.
Pero que me quiten lo bailaó, que ayer me lo pasé muy bien. Ayer es una
noche para rememorar, al igual que lo será mi querida resaca. Mamá, perdona por no cogerte el teléfono,
ahora te llamo.

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¿Dónde voy a cenar?

marzo 26, 2014

Hola Señorita Hamburguesa, ¡cuánto tiempo sin charlar contigo! El otro día volví a leer tu primer post, recordé con gusto como lo presentaste y si te digo la verdad no me he perdido ni uno. Hoy, necesito tu ayuda.
¿Qué haces por aquí? No te esperaba… me pillas en mal momento, bueno, no en tan mal momento. Justo estoy comiendo una Picsa, me lo merecía, llevo un día agotador…
Por ahí van las hamburguesas, que digo los tiros. Tengo una cita y necesito qué me digas donde puedo ir.
¿Dónde? Hoy voy a ser muy crítica si te digo dónde ir a cenar. Estoy cansada de tanta copia.
Ya sabía yo que tú serías mi recomendación favorita. Ya estás como al principio, que si restaurantes, consumo y conductas de copia y pega, ¿no?
¡Como me conoces! Me fastidia que me hagas este interrogatorio a voz de pronto, porque justo tenía un post preparado. Se titulaba la DEMOCRATIZACIÓN DEL GUSTO. Me encanta la gastronomía y me chifla conocer sitios nuevos, pero no sé qué pasa que muy pocas cosas me sorprenden – gastronómicamente hablando- .
Sé que aún te van a sorprender muchas cosas  en la cocina…
Lo sé, lo sé… pero, no sé si es por la crisis, falta de originalidad o el negocio por el negocio, que todos los restaurantes tienen la misma carta. ¿Qué pasa que lo mismo para todos? Donde quedó el ser diferente, el apostar por lo nuevo o por lo clásico pero dándole una distinción personal. Donde quedo la comida de autor y en la variedad está el gusto. Da igual que sea bueno o malo, todos tienen lo mismo. Y lo que es peor, cuando echan fama, pierden la calidad, porque todos vamos como borregos.
Estoy totalmente de acuerdo.
Pero, ¿sabes qué?. No voy a ser una aguafiestas. Y te voy a garantizar una cita diferente.
Querida, no tengo la cartera para Diverxo´s…
Amigo, Diverxo es una experiencia gastronómica, es el ejemplo de salirse del tarro y dar un giro de tuercas. Pero no, hoy, te propongo otra cosa más arriesgada. Como todos los sitios de moda o no de tan de moda, han impuesto los mismos platos para consagrarse al éxito – a veces, me da la sensación de que entre todos ellos, están en un campeonato de quién hace mejor el salmorejo o la ensalada templada de perdiz -. Voy a recomendarte todos aquellos tips gastronómicos de moda en los mejores sitios, para que dejes a tu invitad@ con el hocico fascinado.
Osea que platos de moda en sitios de moda…
No, ya sabes, que algo se pone de moda y el éxito está servido. Ser diferentes te lleva al fracaso, sin embargo, poner lo mismo, es garantía de hacer caja. En otras palabras, como en la moda, unos lideran la tendencia, otros están en el medio y otros la llevan a rastra. En la gastronomía igual. Sólo muy pocos son los que hacen a esta tendencia Premium, otros se quedan en burdas copias “de moda”. Por ello, te propongo que hagas una cita a partes. Un plato por restaurante.
¡Guau! Esto pinta de maravilla… tengo todo el tiempo del mundo…
Genial. Empezaré por las Mini hamburguesitas. Esto que es, ¿la revolución de la Hamburguesa? El nombre de mi blog vino por esa razón. En todos los bares, en todas las barras, en todas las bocas, el filete ruso entre panes y aromatizado triunfa. Después de haberme comido muchas, la mejor sin duda alguna: La mini hamburguesa de buey en Juana La Loca. El bocado más sincero y crudo. Sólo para carnívoros.
Una crema cordobesa que es el Santo Grial de todas las cartas es el Salmorejo. No hay dudas de que es un plato cómodo y confortable. No todos son así al degustarlos, excepto uno, que merece un punto y aparte: el Salmorejo de Taberna Laredo. No hay palabras, como no hay palabras de todo lo que sale de esa cocina.
No sé si fue una invasión de la comida de fusión que en muchos casos, lleva a la confusión a cocineros y a consumidores, que un plato ha llegado a muchas cocinas y mi recomendación es: A dónde vayas, come lo que haya, quiero decir que de una cocina no pueden salir: menestras, tacos mexicanos, porrusalda y Cebiches. Y se puso de moda, pero no de calidad, sólo en algunos sitios, es impecable, cítrico, fresco y sabroso, como por ejemplo: los de Asiana Nextdoor.
A pesar de estar en todas las cartas de los restaurantes más clásicos, ahora es un aluvión de Croquetas. ¡Qué barbaridad! Todo es una bechamel empanada. Pero, mi madre es la reina y después de ella, sólo hay unas: Las croquetas de David Marcano.
Atención en mayúsculas es lo del Tartar. Pero, ¿qué ha pasado? Estamos tontos o qué nos pasa. A mi me flipa lo crudo y no sería para menos el tema del tartar, pero menudas historias venden por Tuna Tartar, Salmon Tartar o Steak Tartar. El tartar de atún con guacamole de Luzi Bombón, está de lujo. Y de tomate que parece carne en boca, el de la Tasquita de Enfrente. Y de carne que parece gloria, el de Rubaiyat.
Las Mollejas. Muy fuerte si. ¿Quién comía antes mollejas? Ni Dios. Pero ahora es algo super chic. A mi me parecen un pecado carnal, más que las chuletillas de cordero. No dudo si afirmo que Las Mollejas con ajetes de La Castela son de 11.
De pequeña las odiaba y ahora las tengo manía a pesar de que me encantan, además de que son diuréticas. Y porque no decir que en todos los sitios son en flor, ¡Alcachofas! Fíjate que me he puesto a que me salgan flores y no termino de pillarle el tranquillo. Pero, en Madrid los hay originales que las dejan con su estética natural y le dan ese toque del mar marinero: Alcachofas con almejas de La Giralda.
El denominador común de todos es la Trufa, bueno, permíteme, el aroma de trufa. Eso negro que echan encima de los huevos estrellados es extracto de trufa, años luz del hongo aromatizante. Pero sí, desde pizzas, pastas, ensaladas, salsas… ¡todo!. Los penne a la trufa del Ten con Ten, con trufa real en cantidad mínima – es un plato preciado -.
El Guacamole de México lindo. ¿qué sería de nuestras vidas sin él? De unos años para acá el consumo de aguacate ha aumentado. ¿Es una moda o la gente lo ama de verdad?. En .mx es el mejor sin dudas de Madrid, y ese ritual de la preparación en directo suma muchos puntos al igual que las margaritas.
Una corriente que se confunde es la comida Asiática en general. La gente se confunde creyendo que es lo mismo, la china, japonesa, vietnamita, indonesia, india… No se puede confundir, pero los restaurantes de fusión asiática, lo mezclan todo en la coctelera y sale lo que sale. Mi sorpresa gastronómica de lo que llevamos de año fue Nakeima. Una barra sensitiva de sabores y sensaciones.
A muchos les faltan, por eso, han tenido que poner en auge el tema de los Huevos. Los rotos ya están un poco demodé, aunque aún no pierden filas, los benedict, los trufados, la tortilla de patatas. Pero para buenos huevos los que le pone Sacha en su restaurante. Su tortilla vaga es indispensable.
No olvides la Ensaladilla rusa que no Olivié, y sus versiones más 3.0, pero la de bonito es la más bonita, sin dudas. Me gusta mucho la de La Máquina. Está fina, elegante y cremosa.
Se me está haciendo la boca agua… no sé si me dará tiempo, en una sola cita.
Pues no había terminado, aún me queda el foie, el risotto, la sardina ahumada, las albóndigas…
Ahora que lo dices, es verdad, La democratización del gusto.
Como resultado, paladares completamente mimetizados que no saben distinguir entre lo bueno y lo malo, a pesar de que sea el mismo plato. Pero, hay que seguir buscando, probando y aprendiendo. Las modas pasan, el estilo permanece en la gastronomía. Muchos podrán vender un plato llamado tartar, pero sólo muy pocos saben lo que es un verdadero tartar.
¡Feliz semana!
PICSA

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Chanel Shopping Center

marzo 5, 2014

Tengo la confesa manía de visitar los supermercados de las ciudades cuando viajo al extranjero. Para mi es una visita obligatoria. Cuando organizo el viaje, además de informarme sobre los museos y restaurantes a los que quiero acudir, investigo cual es la mejor cadena de supermercados o cual es el espacio gourmet más molón de la ciudad. Y ese tiempo que invierto entre los pasillos es lo que más me sale a cuenta del viaje. Me apasiona comprar chicles, caramelos, snacks, galletas, chocolates… de marcas que aquí no tenemos ni por asomo. Para mi es de las experiencias más satisfactorias de viajar, conocer las marcas y productos que los locales compran. De momento, no había conocido el supermercado de mis sueños, hasta que el Grand Palais de París se transformaba por unas horas.

Cuando parece que nada nos sorprende o que sólo nos deja la boca semiabierta, hay creadores que tienen la capacidad de hacer flipar al mundo. Karl Lagerfeld desafía la moda, la publicidad y al mundo en cada desfile. Esta vez uniendo conceptos que estaban en polos diferentes, en palabras del mismo Káiser: “el reflejo de la vida cotidiana en el lujo”. Su pasarela: CHANEL SHOPPING CENTER.



Una pasarela integrada en un supermercado, compuesto por distintas secciones de charcutería, quesos, bebidas, conservas, dulces, limpieza… un supermercado a la altura de una chica Chanel o de una apasionada de la doble c engarzada. Un packaging increíble, con los nombres de los productos adaptados a la nomenclatura de La Maison francesa, como Tweed Cola, Coco Flakes, Eau de Chanel, Jambon Cambon, entre muchísimas referencias.
Cara Delevingne abrió y cerró el desfile
El 2:55 en bandeja, cestas de cadena y Choco Chanel

Eau Chanel, Tweed Cola y paseo por caja

La droguería más Chic

Este es el supermercado de mis sueños. Como siempre, Karl sabe adaptarse a su tiempo y cambiar las reglas de la moda. Pero lo que más me gusta es la imposición de las sneakers, ya que una mujer del siglo XXI puede ser elegante caminando cómoda.
Me apunto el look. Totally tweed!

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