Mark Twain dijo: “Dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé unas cien veces” . Y claro que dejar algo es fácil, lo difícil es no volver. Esto lo apunto yo.
Siempre me ha parecido muy interesante la relación adictiva que existe entre fumar y amar. Entre los múltiples aditivos tóxicos que tiene el tabaco, hay algunos que suenan mucho más amigables, como es el azúcar. En el amor también hay endulzantes, pero nadie nos contó que el exceso de dulzor pueda ser perjudicial para los pulmones o el alma.
La nicotina es, sin duda, la sustancia que induce a la adicción al tabaco, siendo un alterador del sistema nervioso y cuando se fuma, el organismo goza de una excitación a la que, lo más seguro, te hagas adicto con el paso del tiempo.
Muy distinto es el hábito: sacar el cigarro de la cajetilla, llevarlo a los labios y encenderlo con el mechero. Hábito que se complementa de ademanes, se comparte con tragos de café o vino; paseando por la calle; escribiendo o realizando cualquier actividad. El hábito de fumar deja recuerdos y ahí llega la reminiscencia haciendo presente ese recuerdo para volver a fumar. La adicción a la nicotina no entiende de ademanes, se necesita fumar y punto.
Por ello hay distintos tipos de fumadores. Los sociales que gozan de limitada adicción, pero mucho habito relacionado al descanso, ocio y diversión. Sin embargo, el verdadero fumador, o los que consideran el tabaco como el mejor vegetal del mundo, al más estilo Zappa, fuman solos o en compañía, en lugares nobles o en la taza del inodoro.
El amor es una reacción química por sí misma. Una sustancia de nuestro cerebro llamada feniletilamina obliga a segregar dopamina cuyo efecto produce euforia natural cuando estamos con nuestra pareja. El amor ciega, paraliza y ensueña al ser humano. El hábito crea costumbres y vivencias con la otra persona: ir al cine los domingos, comer los sábados en su restaurante favorito y practicar deporte juntos. Las verdaderas parejas gozan de la adicción del amor y el hábito de la experiencia compartida.
Como en el fumar, se diferencian claramente a las parejas que tienen una relación 360 grados, en la que se aman profundamente y disfrutan de unos hábitos comunes, con una rutina equilibrada y un respecto completo el uno al otro. Sin embargo, los hay que el amor es más insignificante, pero una buena cartera de planes, actividades y compañía, hacen de libros a las vacías baldas de su estantería. Y por otro lado, están los que el amor es su nicotina, su necesidad de vida: El amor es la fuerza mayor que puede con todo.
¿Qué es más difícil de dejar? ¿De fumar o amar?
Tanto si eres un fumador empedernido o un enamorado al puro estilo Larra, tendrás que reprogramarte, olvidarte y pasar página. No cambiando tu personalidad, pero fijando el objetivo en otro sitio. Por un tiempo, cambiaras tus gustos, tus pensamientos y jugaras otro partido diferente. Porque todo lo anterior, te recordará a fumar o a tu enamorado.
Sin embargo, si tu hábito de fumar está relacionado a beber café por las tardes, dejarás de beber café por un tiempo y así desvincularás los dos conceptos. Y en el amor, buscarás empedernidamente otra persona con la que hacer todas esas cosas que te gustaban hacer con otra persona. Aquí está claro que el qué importa más que con quien.
Puede ser paradójico relacionar fumar y amar, algo que mata con algo que ensancha el corazón, pero ¿no habías escuchado que el amor perjudica seriamente la salud?

Bromas aparte, ¡feliz último día de agosto!
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