La democratización de la hamburguesa

Un blog muy personal cargado de vivencias y experiencias cargadas de gastronomía, cultura, viajes, moda y lifestyle.

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El mejor trabajo de tu vida

marzo 24, 2015

Esto no va de ser una #flowerpower, ni de seguir creyendo en
la vida fácil que tenías cuando eras más joven, ni creer que la felicidad se
basa en lo material. Se trata de ser feliz o por lo menos, de luchar por serlo, cada
minuto, con uñas y dientes.
Ser feliz es una forma de ver el mundo, un sentimiento, un
estilo de vida. Hay gente que lo tiene todo y son unos infelices. Y,
efectivamente, todo no lo tendrían, porque tener todo es imposible. 

Y si ser feliz es un estilo de vida, ¿por qué nadie lo ha
puesto de moda?
 

Bueno, la verdad, que no será por la carga de mensajes de
autoayuda y positivismo que vemos todos los días en las redes
sociales. ¡Una auténtica pesadilla! Os digo una cosa: ¡Ya lo puede decir el
Dalai Lama o Paolo Coelho… que si tu estás en tu bucle de negatividad, de ahí
no te saca ni Peter Pan volando!

Pero, en vez de leer tanta frasecita del día o empaparnos de lectura de autoayuda, empecemos por empaparnos un poco de nosotros mismos. Empieza a trabajar en ti. Un poco de
ying y un poco de yang, ver qué nos falta y qué nos sobra, descubrir adónde queremos ir y cuándo. Y lo mejor, con quién. ¿Con el tarao que conociste el sábado a las 6
am? Mi consejo: ¡Mejor a ese, déjale donde le encontraste… porque él nunca te
encontró a ti, ni nunca va a encontrarse!
. A lo mejor, la vida te está diciendo
que recorras el camino solo, y tu obcecado en la busca de un compañero. ¡Te estás
perdiendo todo!. Las oportunidades llegan, no se buscan de forma desesperada.
Cuando uno está en equilibrio con uno mismo, es cuando se encuentra la felicidad. A mí, él no me hace
feliz. Yo soy feliz y, por eso, somos felices juntos. Muchísimas parejas no
proceden a dar el paso de separarse porque no son felices por separados y ahí
es donde radica el problema de sus vidas.
Si tu felicidad depende del estado de La Bolsa, nunca serás
feliz. Tus acciones vitales fluctuarán del lunes al miércoles, encontrando un
estado de control llegado el jueves que se desmoronará cuando llegué el
domingo. De esta manera, tu infelicidad se apoderará de ti. Tú dejarás de tener
la posibilidad de controlar tu vida y, sobre todo, tu felicidad.
Pero, no te voy a negar que no somos de piedra. Tú me
afectas en mi vida. Si me hablas mal, me pongo triste; si te fallo el día que me
pides ayuda, te defraudaré. Pero, ya que la vida te va a mostrar todo tipo de
decepciones y tropiezos. ¡Adiós a la fluctuación de sentimientos! ¡Hola al
control de tus sentimientos!
Seamos más como Shakeaspeare: ¿Sabes por qué soy feliz? Porque no espero nada de nadie.
Por eso, me levanto todas las mañanas feliz. Porque a la vida no le pido nada, ni espero nada de ella. Trabajo en ella todos los días. Tengo un contrato 24horas/7días a la semana y es el trabajo mejor remunerado de todos, porque cuando le dedico y le pongo empeño, acaba el día y me digo a mí misma: ¡Lo conseguiste! Este es el mejor trabajo que has tenido en tu vida.

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Antes de que termine

diciembre 30, 2014

Antes de que termine, quiero agradecerle los buenos momentos vividos y los malos también, porque gracias a ellos valoré más los primeros. Esto es como cuando llega el final de una relación, el último adiós en un puesto de trabajo o ese último trago en la barra de algún bar. Cerrar un año, es cerrar el libro dónde has escrito, durante 365 días, múltiples capítulos cargados de historias. 
Espero que lo hayas escrito bien. Eso que dicen que aprovechemos el presente, que vivamos el AHORA, es totalmente cierto. Terminas un año y, querido amigo, no puedes volver más a él. Por eso, de cara al nuevo año que está a punto de empezar, te recomiendo que dejes de vivir pensando en el pasado: en todo aquello que pudo haber sido y no fue… porque mientras pensabas eso, te estabas perdiendo todo lo que podías hacer en el presente.
Pero, hay un día al año que si puedes mirar atrás y hacer balance. Analizar si has sido lo suficiente disfrutón y has vivido los 365 días anteriores dedicándolos a ser mejor humano en su versión 360º. Si has aprendido nuevos conocimientos, si has hecho feliz a personas, si has divisado nuevos parajes, si has bailado y cantado, si has contribuido a que este mundo sea más mundo y no un inframundo,… es decir, si has hecho algo nuevo que te haga sentirte orgulloso de tu 2014.
Lo más seguro es que este año no haya sido el mejor año de los que te esperan, pero, coge fuerzas porque el 2015 viene cargado de lo que tú más quieres. 
Para ello:
– No te dejes llevar por tanta desinformación en las redes sociales y medios de comunicación. Vive tu propia vida, sin que te importe quién y cómo la juzgan.
– Aprende un nuevo hobbie: pintar al pastel, hacer orfebrería, jugar al cricket, hacer canotaje, coleccionar sellos o bailar flamenco.
– Haz deporte: Sí, en todas sus versiones. Andar, correr, saltar, patinar, esquiar, hacer yoga, pilates… como me dice mi amiga Bea: ¡todo suma!
– Escápate de Madrid, siempre que puedas. Aunque sea para comer un cochinillo a Segovia.
– Contempla bonitos parajes y respira aire fresco.
– Aliméntate de arte. De todo tipo, clásico o contemporáneo, que te llegue y descubras lo grande que puede hacerte como humano: Leer poesía romántica, observar un cuadro de pintura impresionista, escuchar música, disfrutar de la danza y el teatro, ver la evolución de la arquitectura y la escultura como parte de la historia. Y no te olvides del séptimo arte: el cine. Ve películas en el cine. El arte se debe pagar, por eso, es arte.
– Llama a tus amigos aunque sea para contarles un chiste. No pierdas el contacto si son gente buena con la que te encuentras bien.
– Queda con ellos. Haz planes diferentes, que te llenen, que te hagan ser mejor y más productivo. No más alineado y mimetizado.
– Sé mejor profesional. Esmérate en tu trabajo, sea el que sea, temporal o indefinido, sirviendo pizzas o siendo director de un banco…Échale buena actitud.
– Ayuda a tu familia, sois la unidad mínima de humanos que te han dado la vida y te han enseñado a vivir en esta vida. Se lo debes todo.
– Sé mejor humano. No maltratando la vida de otros, viviendo y contribuyendo a que la vida de los demás sea mejor. 
– Vive de manera sana. Como dice el dicho: «Mens sana in corpore sano». Consume buenos alimentos y buenos pensamientos aunque el siglo XXI no te deje.
– Trata mejor a la naturaleza, somos parte de ella, y a los animales, que el 2015 sea un año en el que la conciencia animal sea un lema y llegue el fin del maltrato.
– Piensa positivo. Aunque no haya una perspectiva de futuro para los jóvenes y el panorama no esté de lo más apetecible, siempre hay que mirar el vaso medio lleno.
La vida se vive una vez, así que no pierdas el tiempo en hacer lo que deseas, mañana. Hazlo hoy. Tienes un día para hacer el balance de tu año, con sus 365 días y sus 8760 horas. ¿lo aprovechaste bien?
Sea cual sea la respuesta, empieza un año que, espero que sea el mejor de muchos. Contiene mis números favoritos: el 5 y el 15 en si mismo. Es un año impar y un año que también empiezo con edad impar…este año promete. 
Gracias a todos los que construís mi mundo. ¡Sois la leche!
¡Feliz 2015!
Con amor, Micaela

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Jazmín y bergamota

noviembre 26, 2014

¿Puede uno recordar el amor? Es como
tratar de evocar el aroma de las rosas en un sótano. Puedes ver la rosa, pero
nunca el perfume.
Arthur Miller
El otro día paseaba por una calle de
Madrid. Hacía bastante frío y corría un viento lateral que me hacía ahuercame
más en mi bufanda de cashmere. Escuchaba una canción óptima al momento: “Tiny dancer” de Elton John. Últimamente
le escucho bastante, me parece de lo más “melódico nostálgico”, muy propio para
el invierno. De repente, la puerta de una tienda me hizo detenerme. No fue su
apariencia, ni nada que se antepusiese en mi camino. Fue el aroma. Un aroma que
penetró de lleno en las neuronas de mi memoria y me devolvió a
un momento especial de mi niñez.
El olor era inexplicable para una
desentendida en aromas como yo. Pero, mi memoria olfativa, que sí entiende
de aromas, conectó con mi cerebro y me llevó al pasado en décimas de segundos.
No es la primera vez en la que un aroma me lleva a otro lugar o momento pasado.
Pero, el otro día fue especial…
Cuando volví de mi viaje en el tiempo, decidí
entrar en la tienda. La tienda era el pasado al igual que su
aroma, pero no estaba pasada de moda, ni mucho menos. Vendían muebles, adornos,
accesorios y aromas, con un leitmotiv común: llevar al consumidor a un
momento de su pasado
.
En ese momento, emocionada por lo que
estaba escuchando, mi experiencia había sido exactamente esa; por lo
menos, en cuanto a lo que aromas se refiere. No sé si los muebles me llevarían
a la perspectiva de conectar con una experiencia pasada.
No perdí más tiempo y compré el aroma de
jazmín y bergamota, aquella combinación aromática que me hizo regresar a mi
infancia. Salí de la tienda y el halo olfativo iba conmigo, hasta que pasadas
varias ráfagas de viento frio, se desvaneció y el olor del asfalto ganó la
batalla.
El pasado vuelve, de una manera u otra,
siempre está ahí. Pero, el olfato es el sentido con mayor capacidad de
conexión. Un olor lúgubre de una casa te puede llevar a una relación del
pasado, al igual que una ráfaga del perfume de alguien que conociste o el olor
de un plato casero de cuando eras niño.
Por eso es bonito, que los olores y los
conceptos estén bien ligados, para que cada vez que los vuelvas a oler, sientas
una sensación placentera. Al igual que  cualquier cosa que veas, sientas, oigas o toques, siempre que se repita,
de una manera u otra, con diferencias y matices, te devolverá a ese momento del
pasado.
Para mí los olores esconden algo de
misterio, siempre los conecto, al igual que la buena música. Todas las canciones me recuerdan a algo vivido, al igual que los aromas y los sabores.

Pero, aunque el pasado vuelva en alguna ráfaga de aromas, siempre hay que recordar que presente sólo hay uno. 
PD. La esencia de jazmín y bergamota es una delicia. A partir de ahora, me recordará a este post, a este momento tan maravilloso que vivo y todas las personas que son la luz de mi vida.
¡Va por vosotros!

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Este es mi bus

septiembre 17, 2014

 Una mañana de la semana pasada, iba en el autobús con mis cosas. Escuchaba una bonita canción de Hans Zimmer, revisaba las social apps y, volvía a rechazar por milésima y una vez, una invitación al Candy crash. Cuando de repente, una pareja de rubios me hizo fijar mi vista en ellos. No eran dos modelos de Calvin Klein. Era una pareja de novios heterosexuales, que no paraban de darse besos matutinos, caricias y miradas de pura complicidad.
Ella tenía pinta de ser mayor
que él, pero el amor no entiende de edad, nacionalidad ni status social. Se
iban riendo y se susurraban al oído. De repente, la parada de ella llegó y con
un bonito beso se despidieron.
“Adiós
mi amor, que tengas un bonito día»
Ella, al bajarse, y pasar por
la ventana del bus donde su Romeo estaba sentado, le sacó la lengua y le guiñó
un ojo. Cuando el autobús comenzó a andar, él sacó el móvil de su pantalón y
sonrió enternecidamente.
El amor es como un autobús.
En la vida elegimos un compañero de viaje. Que nos ayude a comprender mejor la vida, que nos haga reír en cada parada, que nos levanté del suelo
si hay una avería, que nos dé azúcar transformada en todo tipo de afectos, que
nos haga querer ir más rápido y
otras más lento, ¡que nos equilibre!, que nos haga soñar despiertos, que nos apoye, que aporte luz a la oscuridad y que quite la luz cuando sea necesario.
En resumidas cuentas, que sea
tu compañero, tu amigo, tu amante, tu cómplice,  tu dealer de amor, tu ladrón de
besos, tu altavoz de pensamientos, tu yo sin ser tú. Que sea tu naranja entera.
En muchas ocasiones, el ser
humanó elige mal el bus y su compañero… Y por desgracia, toca bajarse antes
de tiempo, mutilado y sin ganas de probar otra línea del mapa.
Puedes subir en la primera
parada y no sentir ni la más mínima admiración por tu compañero y seguir montado por la simple inercia del movimiento del ómnibus. 
O puede, que desde el mismo momento en que pones pie en ese autobús, tiques el billete y
digas: “Este es mi bus y él es mi elegido”
Por suerte, esto sucede una
vez en la vida. Puedes ticar muchas veces y pasar un buen momento y muchas
otras sufras  los desatinos de la mala elección.

Pero, es única la vez que
sientes que has elegido bien. Y cuando eso pasa es maravilloso. Como las caricias y besos de los rubios del autobús que, por cierto, esta mañana les volví a encontrar y no tengo dudas de que estaban el bus elegido.

Porque no te quiero. Te amo.

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“La mejor fiesta de mi vida y yo me quería quedar en casa”

abril 26, 2014

Ayer estuve en una fiesta
en la que el champán se acabó antes de tiempo, las mesas estaban abarrotadas de
copas, ni una pulga tenía sitio. Me vibraba el teléfono sin cesar pero no
quería mirarlo, porque estaba con gente y odio la gente que no deja de mirar el
móvil cuando está acompañado.
El otro día, sin ir más lejos, caminaba por la calle de camino a casa, y en
un restaurante de estos que tienen escaparate visible, una pareja de no
enamorados, enfrentados con un brownie de chocolate, malgastaban ese tiempo
mirando el móvil. Me dieron bastante pena, porque tener alguien enfrente y que
no seas capaz de mirarle… ¡Chicos, quedaros en casa con vuestra tecnología,
Whatsapp, Twitter, Facebook, Instagram y dedicaros a comentar cómo evolucionan
las cuatro paredes del dormitorio!
Es por esta razón y por otras más, que no me mola estar con el móvil cuando
quedo con gente. La verdad que ayer fue diferente, esperaba una llamada. Pero
no me apetecía ser la pesada que tiene el móvil en la mano. Olvidaros de
adicciones al tabaco o al alcohol, la adicción al móvil está más cerca de lo
que creéis
. Estaba en casa de unos amigos que se les había ido de las manos el
volumen de la música, el número de invitados y el número de botellas de
alcohol. Son de estas fiestas que entre col y col, siempre hay una lechuga,
aunque si soy sincera, aquí no había más que licoretas moviéndose al ritmo de
Pitbull. 
Esperaba la llamada del millón. Esa que te libra, te saca, te arrastra
y te pone en un punto nuevo: un coche, camino de un buen bar donde el ambiente,
la música y las bebidas son agradables. 
Llevaba un pequeño bolso – en la mano –
y el móvil dentro. De repente, me empieza a hablar el que menos oportunidades
tiene a ganar el euromillón. Este no era col, no, se quedaba en repollo. Se
acerca y me empieza a preguntar que qué hago en esa fiesta. Y yo me pregunté,
claramente, qué hacía ahí. Este tipo de repollos, son los típicos que se crecen
en ese tipo de fiestas. Aprovechan que son colegas del dueño de la casa, que
estás sola sintiendo la vibración del móvil, que no hay más alcohol – todo se
lo ha bebido él – y porque él pone la música. Los temas de conversación con estos
tipos son de los menos variado: Pitbull, ¿a quién conoces de la fiesta?, a qué
discoteca vamos luego , 8 apellidos vascos es un peliculón…
En ese momento,
entiendo a la gente que saca el móvil. Quiero evadirme de tal conversación,
espero una llamada y mi mundo virtual en Instagram es mucho más interesante que
hablar con la insensibilidad transformada en un hombre empapado en pacharán.
En ese mismo instante, me acuerdo de la pareja separada por el brownie y
soy consciente de algo: ¿La gente se evade en el mundo virtual porque el real
apesta?
Y mi presente corrobora eso.
Pero, soy más consciente de que la gente necesita suplir sus vacios reales
con los contenidos virtuales. Tal vez esa fiesta apestaba, pero mi completo
pack de social apps ilustraban una gran noche. Es decir, ya no somos una
conversación, un trago o una buena vista. Somos un tweet, un cambio de estado y
una foto. Eres lo que muestras en Facebook. ¡Qué pasó del disfrutar del
momento! ¿Ahora, el  nivel de diversión se mide en el número de likes que
tus publicaciones tienen?
O lo que es peor, ver para creer, si has estado en el
cine lo pones, que te tomas un Gintonic pones la foto, que estás de mal humor
compartes una publicación de un don nadie que tiene 3550 likes, que el repollo
de la fiesta te apesta, actualizas estado: “La mejor fiesta de mi vida y yo
me quería quedar en casa”.
Llegó el momento de coger la llamada que esperaba, que me dice que este tío no me va a dar
más la chapa. Cojo la chaqueta, me despido del dueño de la casa y salgo por la
puerta. El heredero de pacharán Olatz sale escopetado detrás de mí y me lanza
un: Bueno, te busco en facebook… y yo
pienso: ni lo intentes…
Y lo que hace una decena de años sería estupendo: no volver a ver a este
elemento jamás, a día de hoy, es imposible. Porque va a perder su tiempo en
buscarme y ver qué amigos tenemos en común. El día que yo cometa el error de aceptar
su amistad, comenzaremos una amistad virtual. La real es una utopía. Y hará un
exhaustivo repaso de qué hago, cuando, cómo, por qué y con quién. Es tipo sabrá
más de mí que mi abuela.
Y esto nos sucede a todos.
Me encantan las redes sociales. Me encanta compartir gustos, experiencias e
instantes inolvidables. Pero, me encanta disfrutar el momento. Y, ayer, terminé
en un fantástico garito, donde la música era inmejorable y, lo mejor, no tuve
que mirar el móvil. El momento real no necesitaba al virtual.

¡Disfrutad
del finde!

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Querida resaca, ¿qué hago contigo?

abril 9, 2014

Abro los ojos y el techo me da la sensación de estar más bajo, de repente,
la vibración del móvil agudiza mis sentidos.
Aa mama llamando.
Me incorporo y la ley de la gravedad se hace realidad, mis brazos son
las mancuernas de 50 kilos del gimnasio, esas que jamás en mis sueños cogería,
y hoy son el peso pesado de mis brazos. Mi boca es un vertedero de residuos
tóxicos, un armario de poesías rotas y una fábrica de hilos de cuerdas
desechas, cerrada con Loctite, ni con una manguera de agua a presión soy capaz
de abrirla. 
Sintiendo el estado de malignidad que la vida me está prestando 30 segundos
tras abrir mis maquillados ojos, intento descolgar el teléfono, pero me percato
y suelto unos: ¡hola! ¡hola! !¡que tal! al aire. Como quien no quiere la cosa.
Como que mi madre no se va a dar cuenta de  que acabo de despegar el
ojo. 
En ese momento pienso, menos mal que no está en casa, menos mal que Cezzane
está en el Thyssen. ¡Menos mal que no me ha pillado en este estado! Obvio la
llamada e intento moverme. 
En ese puñetero momento, hago reseteo. La noche fue épica. Estuve en 4
garitos, me bebí X tragos y bailé al ritmo de los Stones. Mi mejor amiga
celebró su cumple, una que iba etílica me intentó joder mis baggy de ante y
casi se lía en la pista de baile. Pero, lo mejor, ese tipo con declaración de intenciones tiene mi
móvil. ¡¡WOWWWWWWWWWW!! Este es el momento subidón del amanecer
post-noche vaina loca.
Bromas aparte y sin entrar en detalle de cómo son mis fiestas. Sigamos con
esto.
Me levanto de la cama y bebo esos últimos coletazos de agua que el vaso de
mi mesilla contiene. Compruebo pertenencias, estado de las mismas y tesorería.
Los tacones hechos una pena, el pantalón con más lamparones que los manteles de
una Casa de fritura y el monedero sin un «puto duro»,
varios tiques de horas inconfesables y una moneda con dos caras.
Voy al baño, me miro al espejo y no me reconozco. Me digo a mi misma: «Ayer fue Rock and Roll y hoy toca:
Heavy Metal. Hoy, tienes lo que te mereces rockera»
. Y ahí, soy más
consciente de que los Güiscolas no me sientan igual, que los tacones me dejan
huella y que trasnochar me deja K.O. Querida resaca, hoy eres mía.
Me he dado cuenta que da igual lo que hagas, beber agua entre copas, evitar
los chupitos, beber despacio, irte una hora antes, pasear un poco, comer antes
de dormir, medicarte – más vale prevenir que curar -… lo que yo te digo, es
que… ¡la resaca no te la quita ni la Mahou 5*!
Por eso, me pego una ducha. Me planto el mono de batalla y a la calle.
Porque no hay cosa peor que una resaca en casa, si es de esas más épicas que la
noche anterior.
Con el paso del tiempo, aprendes que la resaca es el proceso más personal
que tiene el ser humano – sólo tú sabes lo mal que lo estás pasando -. Es como
cuando estás enfermo, pero aquí te lo has buscado amigo. Tú mismo,
bailando Satisfaction, I can´t get no, y con el tintineo de
los hielos, te ganaste el primer premio al mareo, sudor interno, dolor de cabeza,
escalofríos, angustia, mal cuerpo,… vamos esa resaca que es de gotero.
Por eso, cuando todas las malas sensaciones se alinean, lo mejor es: colgarse
el bolso al hombro, echarse a la calle y con suerte quedar con los mismos
figuras con los que pasaste la noche anterior. Más bien por eso del «mal de muchos, consuelo de
tontos».
Ese día, no es para irte de compras con tu madre, quedar con
tu amiga la casada o hacer una excursión por el campo.
Este día es para irme de cañas, a ver si con suerte, alegro el PH y se pone
a los niveles del estado de felicidad y deja atrás este aturdimiento.
Por eso, en honor a todas esas batallas nocturnas que me han dejado muy
buenas heridas de guerra, le hago este honor a mi resaca, a esa parte de mí del
día después de cuando salgo. A ese «cuerpo
escombro»
que ni una hamburguesa del Alfredo´s, 20 dobles en Fide y ni
el manantial de Solan de Cabras te quita.
Pero que me quiten lo bailaó, que ayer me lo pasé muy bien. Ayer es una
noche para rememorar, al igual que lo será mi querida resaca. Mamá, perdona por no cogerte el teléfono,
ahora te llamo.

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