La democratización de la hamburguesa

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Estábamos sentados en el Korova Milk Bar…

agosto 31, 2013

Hace más de 40 años, exactamente el 20 de diciembre de 1971, se estrenó
una de mis películas preferidas, por no decir, mi preferida. Una película
transgresora, rompedora, arriesgada y completamente distinta a lo representado
hasta el momento. Muchas generaciones han pasado y se considera un film de
culto y estudio a nivel cinematográfico, sociológico, propagandístico y cultural.
Estoy hablando de LA NARANJA MECÁNICA.

Tan anecdótico como que Stanley Kubrick
(el director) quería hacer un filme sobre Napoleón Bonaparte, pero la industria
cinematográfica no apoyó el proyecto por la gran cuantía monetaria que
supondría. Comenzó a pensar en proyectos más viables y encontró la respuesta en
su biblioteca: la novela de Anthony Burguess “La naranja mecánica”, una
historia basada en un hecho real que llamó la atención del director y decidió
llevarla a cabo. El rodaje fue minucioso y constante, un gran proyecto de una
película que aun siendo financiada por la Warner, se desconocía cual sería la
crítica del público de la época. Su estreno supuso un escándalo para la mentes
“bienpensantes” del momento, ya que redujeron el contenido a violencia y sexo.
La censura de la cinta hizo que hasta noviembre de 1975, no llegase a España. A
día de hoy, se sigue considerando el retrato de jóvenes violentos acusados por
la droga.

Pero el abanico de temas de La Naranja Mecánica es generacional, por
ello, ha recibido aplausos, insultos y aberraciones. Lo que es de homenaje a la
película es que pasados 40 años, tenga la capacidad de sorprender, golpear,
comunicar, hacernos reflexionar y siga tan viva como en su estreno. Entrando en
los contenidos que me hipnotizan por ser un reflejo de la sociedad, empiezo por
ajustar que no es una película de violencia, sino una reflexión sobre la
violencia, como dijo Kubrick: “lo que sucede es que el público no entiende mis
películas”, y si la gente no entiende algo lo tergiversa y cambia su autentico
sentido. La política tiene un papel protagonista, una férrea crítica al
nacionalsocialismo alemán y la corrupción de unos políticos que controlan la opinión
publica a través de los medios de comunicación. Estos al mismo tiempo, son el
espejo de una sociedad cambiante que no evoluciona debido a la juventud sin
identificar que ahogan su vacío psicológico en las drogas y en los efectos de
ellas, la violencia. La carga musical que se ve arraigada a las temáticas
anteriores (Ludwig van Beethoven) y la cultura de los 70 que está empapada en
los ambiguos interiores y los tétricos exteriores.
La Naranja Mecánica muestra como la sociedad cambiante se convierte en
una sociedad de masas sin conocimiento, en la que existe una supremacía de los
medios de comunicación y los políticos. En la figura del protagonista
Alex, encontramos la figura del agresor/agredido. La desestructuración familiar
y la no integración en la sociedad provoca un perfil de agresor. El
protagonista pasa por el tratamiento Ludovico (condicionamiento clásico) que
consiste en parear un estímulo incondicionado (medicación que provoca malestar)
con un estímulo condicionado (imágenes sexuales y de ultraviolencia) con el
propósito de que a través de la repetición de dicho pareo, el individuo termine
respondiendo a las imágenes de la misma forma en la que responde a la medicación.
Finalmente, la presentación del estímulo condicionado, las imágenes, provoca la
respuesta condicionada de malestar físico, y por consiguiente, su posible
curación. Después pasa a ser el agredido, ya que los políticos y los
medios le han hecho cambiar en pos de que la opinión pública esté contenta. El
protagonista es el mismo al inicio y fin del tratamiento, lo único que cambia
es la visión de la sociedad hacia él. Esto sucede en
la cinta. 

Anecdótico es que en la novela original de Anthony Burguess, el
capítulo 21 (suprimido de la edición estadounidense y la película), el
protagonista crece unos años y la violencia acaba por aburrirle y reconoce que
es mejor emplear la energía humana en la creación y no en la destrucción. El
«pero» de la película es ese final prematuro a causa de la falta del
último capítulo. En las ediciones europeas si existe y la audiencia sintió
insuficiente el final de Alex condicionado y luego descondicionado que
contempla con júbilo la recuperación de una voluntad libre y violenta.
«Sí, yo ya estoy curado».
Malcom McDowell

Una obra maestra del cine que, gracias a su fetichismo de luces y
sombras, decorados, colores, ambigüedad de los personajes, el fantástico
protagonista Malcom McDowell, seduce, evade y exalta al espectador.
¡¡Feliz fin de semana a todos!! 

«Todo esto lo digo en serio, oh hermanos míos, pero lo que hago, lo hago porque me gusta.»

1 comentario · Categorías: Cultura Tags: anthony burguess, democratizacion de la hamburguesa, drogas, jovenes, la naranja mecanica, medios de comunicacion, politica, stanley kubrick

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