La democratización de la hamburguesa

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48h en Bilbao

noviembre 23, 2017

Todo empezó una mañana de septiembre, sacando unas entradas de cine. Un robapáginas saltó a fuego en todas las páginas del proceso de compra. Era el Festival Bime. No me había propuesto ir porque el cartel no me llamaba nada la atención. Pero, la curiosidad es mi punto débil y caí en el click. Mis ojos salieron de las órbitas cuando vi el nuevo invitado: el sábado 28, Franz Ferdinand completaba el cartel. Me había quedado con una buenísima resaca al verlos en el Dcode y tenía ganas de más. Pensé, ¿puede haber mejor plan que irse a Bilbao de finde para ver dos horas a Alex Kapranos revolucionando a las masas festivaleras? Para mí era el plan. Me llevó muy poco convencer a mis rockmates. Aderecé con que Bilbao está cerca, yo ponía el coche y que íbamos a ir al Guggenheim a ver una exposición de Bill Viola. ¡Mis amigas estaban dentro!

Viernes, a una hora prudente de la tarde -aún no se había cambiado la hora- cargamos el coche, pusimos rock para aderezar el viaje y dirección Burgos. Hace unos años, un buen amigo, tuvo la maravillosa/fatídica idea de recomendarme LA VIÑA DEL ENSANCHE. Ir a Bilbao sin pisar esa santa casa de producto Joselito es un grave pecado. Pero, una vez que lo pruebas, no puedes vivir sin esa dosis de Joselinis anual que despierta a la endorfina más muerta que tengas en el cerebro inferior. Llegamos a Bilbao, dejamos las maletas y nos fuimos de zuritos y a disfrutar de la VIÑA. Después llegaron las copas, los babosos, el reggaetón y más acontecimientos que no tienen ningún interés para el conocimiento colectivo.

A la mañana siguiente, café y bocadillo de jamón ibérico, y en marcha. Pasear Bilbao con su bruma, su fresquito, su luz intensa sin sol, la hace única. Una generosa vuelta por las zonas de interés, alguna compra, fotos y al lio. Más pinchos y zuritos en el Casco Viejo y parada obligatoria en el BAR BILBAO en la Plaza Nueva. La tarde noche sería intensa, por lo tanto, un café y una mini siesta con muchas risas fue el break necesario para llegar al BEC – Bilbao Exhibition Center – con ganas de disfrutar. Al llegar a las taquillas, una nota de atención nos genera el cachondeo del momento. [Importante: Durante el concierto de Prodigy se hará uso de láser y luces estroboscópicas]

¡Qué narices son las luces estroboscópicas! Buah, da igual. No vamos a ver a Prodigy.

Recarga de pulseras. Heineken sin medida y muy buen rollo. BNQT – grupo formado por los cantantes de Franz Ferdinand, Band of Horses, Midlake, Travis y Grandaddy – sonaron y me molaron mucho. Volver a escuchar “Why Does It Always Rain On Me” en directo, me llevó a muchos años atrás cuando era una apasionada de Travis. El siguiente asalto llegó con Franz Ferdinand. Reconozco que amo los conciertos y cuando el grupo es mi favorito es un estado de Nirvana absoluto.  Alex Kapranos estuvo a la altura, aunque fue un tanto más suave que en otros conciertos. En conjunto, brillaron con esa energía camaleónica que les caracteriza. Una vez terminado, la idea era cambiar de escenario y darle una oportunidad a unos de los muchos Dj´s que ofrecía el festival.

Ahí llegó el momento: nadie sabe dónde está nadie. Al móvil, en la cola del baño, a por un hot dog, reencuentro con otros amigos. Y, en ese momento inesperado, me encuentro a la recepcionista de nuestro hotel. Ella vino a ver a Prodigy. La música no permitía hablar, ni mirar a tu alrededor. Todo un conjunto de almas adoctrinadas al ritmo electrónico punk se danzaban adorando a su idolatrado grupo. Somos conscientes. Estamos en el concierto de Prodigy. ¡Al carajo las luces estroboscópicas! Nos reímos, bailamos y cambiamos de pista con nuestros amigos. Más luces de neón y música electrónica. Llegó la hora de volver y eso que el cambio de hora, nos regaló sesenta minutos más. Saliendo del BEC (Barakaldo) agradeces estar en Bilbao y que el metro esté abierto toda la noche. Cuando llegamos a nuestra parada, con más hambre que el perro de un Lazarillo, te gustaría estar en Madrid y encontrar un 24h abierto, una china vendiendo bocadillos o un Kebap de iraníes. Pero, toca irse a la cama, con los restos del Colgate y un trago de agua.

La idea del domingo era ir a ver a Bill Viola y hacerse un super reportaje fotográfico alrededor del Guggenheim. Bilbao amaneció lloviendo y nuestras cabezas también. Una cola descomunal de jubilados abarrotaban la entrada e impedían el paso. Por lo tanto, procedimos al plan del día. Ir a comer a ITXAS GANE. Otra gran recomendación de mi amigo que merece parada obligatoria. Está en la costa, en Barrika. Y, aparte del delicioso trato, tienen un pescado y marisco increíble. Una comida y sobremesa cargada de risas. No sé porqué pero ese restaurante me trae muy buen rollo. Un café para espabilar las neuronas y vuelta a Madrid. 4 horas de lluvia y charla incansable.

Por los robapáginas que nos llevan a viajes inesperados y las buenas compañías que hacen del rock,la mejor banda sonora del mundo.

 

 

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